Puente de Brooklyn

El Puente de Brooklyn es uno de los escenarios más famosos del cine. Sus cables de acero y sus dos torres neogóticas conforman una de las estampas neoyorquinas más reconocibles, aparecida en películas como “Fiebre del Sábado Noche”, “Godzilla”, “Deep Impact”, “Pesadilla de Nueva York”, “Soy Leyenda” o “Annie Hall”, entre otras muchas.

Su construcción comenzó el 3 de enero de 1870, consiguiendo entonces el título de “puente colgante más largo del mundo” con una longitud de 1.825 metros, que son no obstante fácilmente caminables para disfrutar de las impresionantes vistas que se obtienen, desde la otra orilla, de los edificios de Manhattan.
 

Su construcción se debió a la necesidad de unir Brooklyn y Manhattan, en ese momento ciudades independientes. Los numerosos problemas climatológicos provocaban la cancelación de la única ruta en ferry que cruzaba el East River para unir ambas localidades. Las lluvias, el viento y las heladas hacían que este trayecto fuera, cuando no suspendido, una auténtica pesadilla para los usuarios. Tras sufrir una de estas cancelaciones, el ingeniero John Augustus Roebling propuso la construcción de un puente que uniera las dos ciudades.

La construcción duró 13 años, durante los cuales estuvo marcada por numerosas tragedias, como la muerte de su arquitecto al comienzo de las obras, la muerte de alrededor de 27 obreros debido a accidentes laborales durante el periodo de construcción, y la enfermedad de síndrome de descomprensión de su hijo Washington Roebling - el cual había tomado el relevo de su padre en la dirección del proyecto -. Como consecuencia de ello, quedó incapacitado físicamente y fue su mujer, Emily Warren Roebling, quién se encargó de la supervisión final de las obras, convirtiéndose en la primera mujer ingeniera de campo de todos los tiempos.

Las tragedias siguieron persiguiendo a este puente tras su conclusión, incluso durante los fastos por su inauguración, cuando murieron 12 personas, y resultaron heridas muchas otras, al producirse una estampida desencadenada por el falso rumor de que el puente estaba a punto de desplomarse. El incidente provocó una profunda desconfianza entre la población, que cogió miedo a cruzarlo, hasta que un año más tarde esta desconfianza fue superada gracias a un grupo de elefantes. “Jumbo” (con sus siete toneladas) y sus congéneres dejaron por unas horas el circo en el que se encontraban, e hicieron el típico paseo que hoy miles de personas realizan a diario, desde Brooklyn hasta Manhattan, demostrando así que era un puente seguro, y de paso haciendo promoción gratuita del espectáculo en el que participaban. Ese día y los sucesivos fueron, si cabe, aún más estrellas.