La Estatua de la Libertad

La Estatua de la Libertad es uno de los monumentos más conocidos de Nueva York. Está ubicada Liberty Island, sobre el río Hudson, se encuentra a sólo 2,6 kilómetros al sur de Manhattan, fijando su mirada hacia el este, en dirección a Francia.

Esta impresionante estatua de 93 metros de altura (si contamos el pedestal), fue obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi. Para su estructura interna contó con la colaboración del ingeniero creador de la famosa torre de París, Alexandre Gustave Eiffel. Fue inaugurada en el año 1886 como regalo del pueblo francés para conmemorar el Centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Hasta 1984 no fue declarada Patrimonio de la Humanidad.
 

La logística para transportar la estatua desde Francia hasta Estados Unidos y el presupuesto necesario fueron un problema desde el inicio, aunque resueltos gracias a Joseph Pulitzer, director del periódico “New York World”. Fue quien incentivó a los lectores neoyorquinos a realizar donativos, llegando a recaudar 120.000 dólares en cinco meses, lo necesario para pagar el traslado hasta Nueva York. 

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la Estatua de la Libertad era un auténtico símbolo, ya que marcaba la entrada a América para todos aquellos que llegaban por mar. Desde su posición, daba la bienvenida a los barcos llegados del Viejo Continente con la promesa de una vida mejor. Era, pues, símbolo de libertad y de esperanza, de sueños y futuro; en definitiva de un nuevo hogar repleto de oportunidades. En un primer momento, el diseñador barajó colocar dicha estatua en Central Park, pero pronto desechó la idea al descubrir la por aquel entonces conocida como Isla Bedloe’s, en la parte alta de la bahía de Nueva York, un lugar visible para todos los barcos que acudieran al puerto. 

La estatua pesa 225 toneladas, y personifica la libertad política y la democracia. Tiene una corona de siete puntas que representan los siete continentes, y para alcanzarla hay que subir por una estrecha escalera de 186 escalones. En su mano derecha sostiene una antorcha conocida como la “luz de la razón”, y que está pintada con una capa muy fina de 24 quilates de oro. En la mano izquierda, por su parte, sostiene un libro de Derecho con la fecha de la Declaración de Independencia en 1776. Esta femenina imagen se encuentra sobre un pedestal de granito donde están grabadas las palabras, "Nuevo Coloso". En su interior alberga un museo, al cual podrás acceder tras un ascenso de 215 escalones. Su color característico se debe a la oxidación de la pátina de cobre que la recubre y, aunque en 1906 el Congreso estadounidense propuso destinar miles de dólares a repintarla, la oposición popular fue tal, que se optó por dejarla tal y como la podemos ver ahora.
 

A lo largo de los años de la Estatua de la Libertad ha sido y es un recordatorio constante de la igualdad, el patriotismo y los Derechos Humanos, simbolizando un sueño de futuro y no de pasado como ya se ha comentado. De camino a Liberty Island puedes parar en la Isla Ellis, en la que el Museo de la Inmigración nos cuenta cómo eran los sueños de todos esos inmigrantes llegados de todo el mundo que debían pasar por ella a su llegada al Nuevo Mundo.

Para visitarla, sólo deberás cruzar esos dos kilómetros de río que la separan de Nueva York, y dejarte envolver por la magia de la isla y la maravillosa panorámica que tendrás de la ciudad cuando te alejes en ferry.