El barrio de Belém se encuentra a unos pocos kilómetros del centro de Lisboa pero contiene algunos de los mayores atractivos de toda la ciudad, por lo que es una de las zonas más turísticas que no te puedes perder. El barrio guarda una especial relación con la época más gloriosa de la historia de Portugal, el siglo XVI, y con el grupo de grandes descubridores y navegantes que durante décadas zarparon al Atlántico en busca de nuevas rutas comerciales y nuevos territorios con los que alcanzar fortuna y extender el reino portugués por todo el mundo. Así, la relación con el mar subyace a muchos de los atractivos del barrio de Belém donde los nombres de Vasco de Gama o de Henrique el Navegante nos darán la clave para acceder a la historia de este bellísimo barrio.
Si no dispones de mucho tiempo, asegúrate al menos de visitar estas dos joyas del Barrio de Belém, declaradas ambas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1983, y consideradas una parte esencial de toda la visita a Lisboa.
En primer lugar, la Torre de Belém. Se trata del conjunto de la torre y el baluarte sobre el que se levanta, apostados sobre la orilla del río en actitud de vigilancia y defensa. Y es que, de hecho, ésa fue su primera función cuando fue levantada entre los años 1515 y 1519 por el arquitecto Francisco de Arruda. Como estructura bélica, el baluarte cuenta con un grupo de cañones de tiro rasante con los que supervisaba el paso de las embarcaciones. Sin embargo, a lo largo de su historia, la Torre de Belém ha ido viendo cómo su función evolucionaba desempeñando funciones de aduana, de recaudación de impuestos y hasta de prisión. El conjunto incluye galerías, plantas de servicio, torres de vigilancia, escaleras, etc. Llaman la atención las almenas con forma de escudos que exhiben esferas armilares, cruces católicas, así como motivos naturalistas que hacen referencia a la época de las colonias. La visita permite internarse y conocer sus dependencias, incluyendo los fosos de estilo gótico, así como las plantas superiores: la “Sala del Gobernador”, “Sala de los Reyes”, “Sala de audiencias”, etc., incluyendo la terraza con vistas que se encuentra en el piso más alto. En resumen, una preciosa torre con 5 siglos de historia que vio zarpar en el siglo XVI a las más famosas expediciones de los grandes descubridores de Portugal.
La nostalgia de un barrio que se quedó para siempre mirando al mar, esperando atisbar en su horizonte la llegada de las carabelas de los Descubridores
Una de esas expediciones, la que llevó a cabo Vasco de Gama, tuvo mucho que ver con nuestra siguiente parada: El Monasterio de los Jerónimos. Sí, porque, de hecho, todo él fue erigido en honor a este descubridor que consiguió abrir una nueva ruta hacia las Indias zarpando en 1497 con 4 embarcaciones y 170 hombres.
Se trata de un enorme conjunto artístico con 300 metros de fachada constituido por una iglesia y un espectacular claustro. La iglesia cuenta con una sola nave con 6 imponentes columnas talladas que se elevan hasta una bóveda enervada. Al entrar en la iglesia, presta atención a sus portales de acceso, sobre todo a la portada principal y la lateral, pues debido a sus decoraciones son uno de los mayores atractivos del templo. Sin embargo, la parte que más admiración provoca a sus visitantes suele ser el claustro que lo acompaña. No dudes en recorrerlo localizando a tu paso tanto los elementos más típicos del estilo manuelino, por ejemplo las letras “M” que irás encontrando, como las demás referencias al imaginario marinero con el que toda la construcción guarda una histórica deuda. No te vayas sin subir al piso superior desde donde podrás visitar la parte alta de la iglesia y la tumba del escritor Fernando Pessoa.
Se trata de otra de las construcciones más icónicas de la ciudad. El Monumento a los Descubridores fue inaugurado en 1960 para conmemorar el 500º aniversario de la muerte de uno de los más importantes descubridores de la historia de Portugal: Henrique el Navegante. No en vano, descubrió Madeira, Las Azores y Cabo Verde. La obra, que tiene forma de carabela, está constituida por una parte arquitectónica, mérito de Cottinelli Telmo, y una intervención artística a manos del escultor Leopoldo de Almeida que dispuso a ambos lados del conjunto una agrupación de figuras correspondientes a los navegantes, descubridores y facilitadores más famosos de la historia portuguesa, localizándose al frente de todos ellos la imagen de Henrique el Navegante. Cuenta con 52 metros de altura y una terraza superior a la que se puede subir en ascensor para disfrutar de unas impresionantes vistas sobre el Tajo y sobre el barrio de Belém en su conjunto.
Monumento a los Descubridores. Vista general
Monumento a los Descubridores. Henrique el Navegante
Monumento a los Descubridores. Vista lateral derecha
Monumento a los Descubridores. Vista lateral izquierda
Rosa de los vientos y mapamundi
Pasteles de Belém
Descripción:Situado en el famoso barrio de Belém y justo al lado del río Tajo, el hotel de diseño Altis Belém Hotel & Spa ofrece calidad, lujo y tranquilidad en sus instalaciones.
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