Aracena

En medio del paraje natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, ya al norte de la provincia de Huelva, se sitúa el pueblo de Aracena. Gracias a su casco urbano, declarado Bien de Interés Cultural, a su industria jamonera y a las dehesas que se extienden por todo este territorio, es un destino que vive principalmente de un sector servicios encabezado por el turismo. 

La cumbre en la que está situado el Castillo de Aracena es el origen de la localidad, una antigua villa medieval fortificada en la que se encontraron restos que afirman la presencia de un asentamiento andalusí.  

Con la llegada del siglo XIII se construye el Castillo de Aracena, que forma parte de la “Banda Gallega”, un conjunto de fortificaciones para proteger el territorio sevillano, al que anteriormente pertenecía Aracena, de posibles ataques portugueses o extremeños. La fortaleza estaba compuesta por un patio de armas y un alcázar separados por una muralla, aunque su elemento más destacado es la Torre Mayor, situada en la parte más elevada del cerro. 

A principios del siglo XVI pierde su función militar, y en la actualidad su interior puede visitarse para conocer más detalladamente su historia y algunos aspectos de la arquitectura militar de la época.  

Esta iglesia es el templo religioso más antiguo de la localidad y uno de sus símbolos por excelencia. Se levantó entre los siglos XIII y XV en estilo gótico-mudéjar junto al Castillo de Aracena.  

De sus partes más sobresalientes cabe mencionar su torre mudéjar, decorada con paños de sebka, que claramente muestra similitudes con la Giralda de Sevilla. El gótico flamígero está presente en la Puerta Real y la Puerta de las Mercedes; y en su parte interior resalta el camarín de estilo neoclásico, que acoge la imagen de la Virgen del Mayor Dolor, la patrona de Aracena. 

Desde su posición en altura se consiguen las mejores vistas de Aracena, ideales para realizar fotografías espectaculares. 

Se trata de la primera cueva turística de España, abierta al público desde el año 1914. El descubrimiento de este complejo subterráneo se produjo a finales del siglo XIX y consiste en un espacio donde se han ido desarrollando lagos y diversas formaciones que son un verdadero atractivo a los ojos de los visitantes. 

A través de un recorrido de un kilómetro de extensión es posible observar estalagmitas, estalactitas y otras figuras que se han ido creando a lo largo de los años debido a la acción del agua sobre la roca, una auténtica maravilla de la naturaleza.