Santa Pola

Ondeadas por banderas azules, este municipio de Alicante cuenta con más de once kilómetros de playas distribuidas en toda la Costa Blanca, donde los amantes del agua pueden encontrar un gran abanico de posibilidades para todos los gustos. 

En la zona este predominan las pequeñas calas de fina arena y aguas cristalinas, mientras que en la parte oeste destacan por su baja profundidad, lo que las hacen ideales para los niños. También podemos encontrar playas urbanas dotadas de todos los servicios, siendo la más conocida la llamada Playa Lisa.

Aquellos que deseen un poco más de intimidad pueden desplazarse a la isla de Tabarca, donde además encontrarán un ambiente idílico de aguas transparentes fantástico para los aficionados a los deportes náuticos. Llegar es muy sencillo, pues existen barcos que hacen la ruta desde Santa Pola y otras localidades de la Costa Blanca en los meses de verano.

Otro de sus atractivos es el Parque Natural de las Salinas, con una extensión de 2.570 hectáreas. Conviven en él durante todo el año más de 150 especies de aves, aunque el protagonista por excelencia es el flamenco rosa, del cual, en época de cría, puede haber ¡hasta 8.000 ejemplares!

Junto a este paraje se encuentra también la playa El Pinet. Es conocida por su difícil acceso pero recompensa al visitante con su condición de playa virgen y con una excelente panorámica de la bahía. Además, en sus orillas nace una de las rutas que atraviesan las dunas.

A lo alto, vigilando el municipio, encontramos la Torre Vigía Atalayola, el actual faro. Está situado en la cúspide de la sierra, una formación acantilada a 144 metros sobre el nivel del mar. En esta zona se puede encontrar uno de los pocos ejemplos de arrecife fósil del litoral mediterráneo.

Para obtener las mejores vistas, Santa Pola está repleta de miradores como el de Torre Escaletes o Torre Tamarit, construidos en su momento para avisar de la llegada de los enemigos. Y si prefieres disfrutar del paisaje, la mejor opción es realizar una de las rutas por las playas o por la sierra para respirar aire fresco.

Adentrándonos en el interior de Santa Pola, encontramos el Castillo-Fortaleza, de estilo militar renacentista. Se construyó como protección de los marineros frente a los ataques de los piratas, aunque en la actualidad se ha convertido en un centro cultural que alberga en su interior el Museo del Mar, de la Pesca y la Capilla Virgen de Loreto, patrona de Santa Pola.

Otras zonas de interés en el pueblo son la Casa Romana del Palmeral, construida en el siglo IV d.C., el Mercado de Abastos y los Aljibes de Massapà, destinados en su momento a guardar el agua potable procedente de la lluvia con la que se abastecía a la población.

Como buen pueblo pesquero, es importante mencionar el puerto de época romana. Actualmente es uno de los más importantes del Mediterráneo. Sus principales actividades son la pesca, el embarque de la sal y la construcción de embarcaciones deportivas.

Los principales platos de Santa Pola son de pescado y de arroz, destacando el arroz a banda y el arroz negro. No dejes pasar la oportunidad de probar productos como la gamba roja, salazones o el pescado con denominación de origen “Peix de Santa Pola”, entre otros. Además, también se puede degustar otros platos típicos como la paella, el caldero de la gallina, la calderera de bogavante o el “arrós i gatet”.

Si quieres probar una de las opciones gastronómicas más características de Santa Pola, no olvides probar el llamado “caldero”. Se trata de un guiso confeccionado con pescados de la zona a los que se añaden verduras.