Villa Cimbrone

Comentarios destacados

• Antonia B

  02 octubre 2011
  Peor Imposible

  Cesped descuidado, piscina vallada, ropa de cama tendida en los jardines, los jardines cerrados por eventos programados por el hotel. La atención al cliente, a pesar del precio, deficiente por no decir grosera.Una experincia para olvidar

  

• AlhambraTravelRLE

  20 mayo 2013
  Bonito hotel con historia y encanto ...

  El hotel dispone de un servicio de porta-maletas y valet que te espera en la entrada de Ravello, desde ahí, tienes que caminar alrededor de 15 minutos cuesta arriba, si tienes problemas de salud o movilidad reducida no te lo recomiendo... al llegar a la entrada del hotel, tienen una caseta de control para el pago de la entrada a sus jardines, que son muy bonitos, pero que, si te pasa como a mi, que pensaron que queria entrar sin pagar, uuufff ... estrés!!! ya he dejado mi opinión al hotel por este problema. Esperaba más de la habitación ... tienen un restaurant con estrella Michelin ... ha estado bien la cena. las vistas desde sus jardines son impresionantes y comentar que Greta Garbo se caso alli.

  

• Carlos T

  02 mayo 2016
  Hotel de Elite con personal de excelencia.

  Un entrañable amigo italiano siempre me recomendaba la Costa Amalfitana, haciendo mucho hincapié en su majestuosidad e indescriptible belleza y a veces utilizando frases extraídas de dulces canzonetas a modo de síntesis que la describen muy bien, pero lo duro era escucharlo cantarlas! que hasta el pobre Pavarotti se levantaba y se tapaba los oídos!. Con esa sapienza que dan los años y sobre todo tantos viajes en tantos años me decía que había un par de excelentes Hoteles para disfrutar muchísimo de todo lo que te regala la naturaleza, verdaderos balcones donde tan solo disponerse a admirarla en todo su esplendor. Y realmente Villa Cimbrone es uno de esos Hoteles, un Hotel con su propio encanto que exhibe en sus manos todo el encanto de esta preciosísima Costa donde el Mediterráneo recibe al Tirreno regalándote una vista panorámica perfecta. Sin redundar, este encantador Hotel de jardines de ensueños es una gran vivienda del siglo XII, que la familia Vuilleumier de antigua tradición hotelera, preserva el aura mágico con absoluto respeto en los detalles logrando la conservación de los elementos arquitectónicos y decorativos originales. Su palpitante atmósfera bohemia amalgamada a la belleza sin igual con los años ha ido atrayendo para ser refugio de famosos personajes de la política y de la aristocracia, como así también fuente de inspiración para infinidad de artistas, convirtiéndose en punto de encuentro entre los ingleses de la Costa Amalfitana, incluso el prestigioso y exclusivo círculo londinense de Bloomsbury. Con el transcurso del tiempo la villa ha albergado a muchos nombres ilustres del arte y de la ciencia, desde Foster a D.H. Lawrence, desde Strachey a Keynes, desde Crick a Piaget, desde Eliot y Moore a Virginia Woolf y personalidades como los duques de Kent, Churchill, Clinton y muchos más. Precioso lugar de encuentros y despertar de pasiones, refugio de incondicional privacidad y discreción cómplice de célebres aventuras amorosas como la escapada de Greta Garbo con Leopold Stokoswky. Gore Vidal ( escritor, ensayista, militar, guionista y periodista, hijo de Eugene Vidal y Nina Gore, considerados miembros de la llamada aristocracia de Estados Unidos ) citaba con criterio : " La visual más bella que jamás haya visto en el mundo es aquella desde el punto panorámico de Villa Cimbrone en un luminoso día de invierno, cuando el cielo y el mar son tan intensamente azules que no es posible distinguir el uno del otro ". Todo el personal es de excelencia brindándonos una estadía perfecta, soñada!. Nos hospedamos en la hermosa, luminosa y muy bien insonorizada Suite Camelia recorrida en toda su magnitud por un fino techo en forma de bóveda embelecido con frescos que invitan al relax. Su cama es tan amplia como confortable de doble colchón y a la izquierda al lado de un gran espejo justo en la parte central la engalana una antigua chimenea de piedra con bellas representaciones en relieve. El baño se encuentra finamente decorado con mayólicas de Vietri Sul Mare con bellos dibujos arábicos, en gamas de tonos azules y verdes ramina. Desde la terraza se goza una vista panorámica preciosísima de la Costa Amalfitana un bello punto de encanto que posee este Hotel. Y Los Jardines de la Villa de extraordinaria belleza es otro punto del gran encanto que posee este Hotel, cubierto de las más bonitas flores que se pueda imaginar, han estado en gran parte rediseñados a principios del Novecientos en contribución de la botánica inglesa Vita Sackville West y son considerados entre los ejemplos más importantes que la cultura paisajística y botánica anglosajona haya engendrado en el sur de Europa. Como fruto del fuerte influjo de la literatura clásica y de la reinterpretación de la villa romana, fueron insertados en los Jardines innumerables y muy apreciados elementos decorativos, procedentes desde varias partes del mundo como fuentes, ninfeos, estatuas, templetes y pabellones. La larga avenida central, que hizo de fondo a la célebre cabalgata de Cosima y Richard Wagner en el Mayo de 1880, culmina con la Terraza del Infinito donde la mirada se pierde en el horizonte y el mar se funde con el cielo. Te lo recomiendo con placer infinito amigo / a viajero / a. Caro Giorgio grazie mille!, venire qui ha rappresentato una parte molto importante e divertente della mia vita, ritorneremo presto!.

  

• Cecilia R

  28 junio 2016
  Un sueño

  Los jardines de Vila Cimbrone son un sueño, un paseo ineludible en Ravello, un lugar para quedarse horas mirando el azul intenso del Mediterráneo. Quedarse a dormir en el hotel, es un privilegio. Maravillosa decoración, arquitectura singular.Y un servicio excelente. Lástima que solo pudimos quedarnos un día...porque nos quedamos con ganas de permanecer...

  

• D19752014

  18 julio 2016
  Lamentable

  Poco que decir, salvo que es un insulto al mismo concepto de calidad en la hostelería, y una parodia ridícula de la categoría "lujo". La ducha (por supuesto no había bañera) de nuestra habitación era exactamente igual a la del ferry entre Barcelona y Civitavecchia. Para contemplar la vista, bien es cierto que maravillosa, había que subir unas escaleras y asomarse por encima de un muro de hormigón. Tumbado en la cama (apenas hay espacio para hacer nada más), lo único que se ve es el susodicho muro. Quisimos irnos antes del fin de la reserva y nos vinieron a decir que ya habíamos picado y era demasiado tarde. Horripilante.