Hotel Fonda Siques

Comentarios destacados

• Tere O

  21 abril 2019
  El peor restaurante donde he estado

  Fuimos 6 personas y cogimos el menú de 13,50, precio medio del menú del día de la zona. Prometían sopa de galets y nos pusieron un cuenco enano de caldo aguado y sin consistencia alguna con mini "caracoles" de pasta pasados. Una butifarra enana y de súper, con una patata cocida insípida, arenosa y medio cruda y un manchurron de alioli estampado en el plato. De postre, un mini trocito de tarta de limón de las industriales, sin sabor. Total, que nos quedamos todos con hambre. Ninguno probamos un plato bueno, y nos quedamos con hambre. Ni siquiera lo básico como servir primero la bebida y después el primero lo hicieron bien Y los refrescos en copa de agua sin hielo ni limón. Los camareros perdidisimos, muy novatos. Hay que serlo para aguantar al jefe probablemente, que solo se encarga de cobrar y pasarte lista buscando errores a sus camareros. Lo siento por ellos de verdad. Ojalá se formen y encuentren mejor sitio donde trabajar. Yo desde luego buscaré un sitio mejor donde comer, no será difícil.

  

• jurelitoj

  20 julio 2019
  Los canelones espectaculares

  Aunque el servicio es poco profesional, son muy amables, comimos un menú donde los primeros eran abundantes y correctos y de segundo unos canelones espectaculares... no me extraña que sea receta familiar de hace 150 años, del resto no podemos opinar

  

• ljr72015

  02 noviembre 2019
  No està mal

  Fuera del centro de la población, pero cerca de la zona turística. El menú del día es más barato que en las plazas del interior y la calidad no está mal. Es cierto que el servicio es mediocre y las cantidades no muy grandes, pero te saca de un apuro.

  

• white912019

  24 noviembre 2019
  Muy buena comida

  Estuvimos comiendo menú en sábado Muy buena comido y camarero súper amable. Volvería seguro. Bonita masía y muy cerca del centro. No me importaría dormir ahí algun día, es hotel. Un lugar con mucho encanto.

  

• frCarreras

  25 noviembre 2019
  Fantasma de otra época

  Curiosa experiencia. Entramos en el restaurante de la fonda, animados por el añejo cartel y pensando que este tipo de locales cerca la carretera acostumbran a ser bien concurridos y de calidad. El sitio estaba completamente desierto, tanto que tuve que preguntar si la cocina estaba abierta. Si, si, entrad nos dijo el camarero, que no parecía llevar muchos años en Besalú,mientras echaba un gesto a una señora para que preparase la cocina. Pasamos a un comedor inmenso, que parecía el escenario de una gran función que ha olvidado un pequeño detalle: los actores y el público. Decenas de mesas paradas con mantel y cubiertos, todas vacías, y un centenar y medio de sillas, creaban un ambiente un tanto tenso. Lo achacamos a la hora, antes de las 2. Pero parecían esperar una tarde ajetreada. Luego de sortear mesas y sillas en el salón el camarero nos indicó una mesa para, un minuto después, hacernos mover a otra, alegando que aquella estaba reservada. En el periplo por el restaurante los numerosos cuadros, fotos y premios que colgaban en las paredes daban testimonio de un pasado glorioso, de cocina tradicional de la Garrotxa, grandes convites, ilustres comensales y un cuerpo de una decena de camareros y cocineros posando frente al restaurante... fantasmas de un pasado de gloria que empezaban a perder el color y a acumular polvo en los marcos. Ninguno de aquellas fotos era posterior a 2005. El amable chico nos sentó al fondo y nos trajo el menú de mediodía, con 3 platos de primero y 3 de segundo (14). De los 3 primeros, solo tenia 2: Sopa o ensalada y de los segundos lo único con garantías después de preguntar un par de cosas y que el camarero respondiese un poco inseguro, era la butifarra a la brasa con patata al caliu. Éramos 5 comensales y acabamos pidiendo sólo dos platos distintos, imaginen. Por lo menos, la sopa resultó ser decente y la butifarra un poco seca pero de buen gusto. Tan rápido como pudimos pedimos el café i la cuenta, que fue la justa, sin sorpresas. Durante la casi hora y media que estuvimos allí nuestro banquete fantasma solo se vio interrumpido por el ir y venir del camarero, y una pareja que se aventuró en el salón y se sentó en un rincón. Ni rastro ni siquiera de la mesa reservada. Salimos a las 2 y media y, mientras la franca sonrisa del camarero nos despedía di un último vistazo a la Fonda Siqués, vacía, y imaginé su salón lleno de ruido de conversaciones, cubiertos, platos y ollas, ecos de un pasado que muy me temo no va ya a volver.