Con el buen tiempo renacen las ganas de viajar. Y, para muchos, el primer pensamiento que llega a la cabeza al pensar en las vacaciones es la playa. Algunos soñarán con el Caribe y sus complejos “Todo Incluido” en los que la única preocupación es decidir qué cóctel pedir a continuación. Otros dejarán volar la imaginación hacia la exótica Tailandia. Y otros muchos desearían poder trasladarse inmediatamente a Baleares, Canarias o cualquier localidad de nuestras afamadas costas. Aquellos que quieran aprovechar sus días libres para saciar sus inquietudes culturales dudarán entre qué capital o gran ciudad europea visitar en esta ocasión. Puede que incluso se aventuren a descubrir esas otras ciudades medianas que, cada vez con más fuerza, se van abriendo paso entre los destinos más demandados. Y una escapada a las siempre interesantes urbes norteamericanas puede ser una buena opción. Pero si tú eres un espíritu inconformista, si no te basta lo de siempre, si buscas algo más, tal vez debas plantearte visitar uno de estos cuatro lugares poco conocidos antes de que dejen de serlo.
Durante décadas aislada del resto de Europa, en los últimos años Albania está haciendo un esfuerzo por situarse en el mapa turístico mundial. No muy lejos de la algo más conocida localidad de Saranda se encuentra la llamada “Perla del Mar Jónico”, Ksamil, un pequeño pueblo costero con playas de fina arena blanca bañada por aguas turquesas que te harían pensar que estás en el Caribe si no fuera por la vegetación mediterránea que prácticamente llega hasta el mar. Encuentra tu hotel en la playa privada de Ksamil y disfruta de una experiencia diferente y excepcional.
Además de sus playas – en las que degustar pescado y marisco fresco – y las de cuatro cercanos islotes casi vírgenes, en los alrededores hay diversas opciones para disfrutar de tu tiempo libre. No puedes perderte el “ojo azul” o Syry i Kalter, un profundo lago de aguas cristalinas que recuerda a dicho órgano. Tampoco el Parque Arqueológico de Butrint, declarado “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco, y que ofrece restos prehistóricos, griegos, romanos, bizantinos y venecianos.
La capital ruandesa se ha recuperado de los sangrientos enfrentamientos entre hutus y tutsis que a finales del siglo XX conmocionaron al mundo – del que ofrece un fiel testimonio el Kigali Memorial Centre y las más de 250.000 tumbas que alberga su recinto -.
Situada en una zona de colinas con abundante vegetación, cuenta con animados mercados – como el Mercado de los Artesanos o el Mercado Kimironko -, restaurantes que combinan la cocina ruandesa y francesa, numerosas galerías de arte, y una animada vida nocturna. No dejes de visitar un “milk bar”
No muy lejos se encuentran el Parque Nacional de los Volcanes – el más antiguo de África y un santuario para orangutanes – y el Parque Nacional Akagera – donde podrás ver leones, elefantes, jirafas, cebras, rinocerontes, hipopótamos, etc. -.
Vuela a Kigali y descubre una de las ciudades más seguras y pujantes del continente africano.
Su nombre nos transporta inmediatamente a la famosa “Ruta de la Seda”, importante ruta comercial entre China y Europa desde el siglo I a.C., de la que fue sin duda uno de sus principales enclaves. Con más de 2.700 años de Historia, es una de las ciudades más antiguas del mundo aún habitadas. Por ella pasaron personajes tan notables como Alejandro Magno, Gengis Khan o Marco Polo. Desde 2001 es “Patrimonio de la Humanidad” por la Unesco.
Los monumentos que no debes perderte son numerosos, empezando por la Plaza de Registán y las tres madrasas que la conforman – Ulugh Beg, Sherdar y Tilla-Kari -, y siguiendo por la Mezquita Bibi Khanum – con una imponente y bellísima portada de 35 metros de altura -, el Mausoleo Gur-e-Amir (que sirvió de inspiración en la construcción del famoso Taj Mahal en la India), la Necrópolis Shah-i-Zinda, el Observatorio Astronómico Ulugh Beg, y el Yacimiento Arqueológico de Afrasiab.
Conocida popularmente como la “Laguna de los Siete Colores” – aunque quizás sería más acertado llamarla “laguna de los siete azules” -, sus prístinas aguas y sus playas de fina arena blanca nada tienen que envidiar a las más famosas y concurridas playas de Cancún y del resto de la Riviera Maya.
Además de disfrutar de todas las actividades disponibles en este lago interior, en los alrededores encontramos diversos vestigios que nos hablan de un turbulento pasado de mayas, piratas y conquistadores, como atestiguan diversos yacimientos arqueológicos mayas, el Fuerte de San Felipe de Bacalar (siglo XVIII) o el Museo de la Cultura Maya de la cercana ciudad de Chetumal. Tampoco deberías perderte el Cenote Azul, con unas aguas tan transparentes que se puede ver hasta 30 metros de profundidad.
Si visitas la zona en la primera quincena de agosto, podrás disfrutar de las numerosas actividades culturales que se desarrollan con motivo de la Feria de San Joaquín de Bacalar.
Reserva tu hotel en La Laguna de Bacalar y disfruta de esta hermosa laguna de siete tonos de azul, un espacio más que ideal para relajarte, bucear, y por supuesto practicar esnórquel.
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