Si amáis el turismo rural y os gusta estar en contacto con la naturaleza, el Valle de Liébana es un destino que os enamorará por la belleza de sus paisajes. Arropado por el Parque Nacional de los Picos de Europa y la Cordillera Cantábrica, se presenta ante vosotros con majestuosas montañas verdes y enormes paredes de piedra en las que se erigen pequeños núcleos de población con mucho encanto en los que es prácticamente una obligación probar alguna delicia de su gastronomía, en la que encontraréis sabrosas recetas de montaña como el cocido lebaniego, embutidos artesanos o “quesucos” variados.
Potes es la gran capital de este valle, un pueblo de postal a los pies de los Picos de Europa. Es uno de los destinos más visitados de Cantabria y además, con mucho orgullo, forma parte de la red de “los pueblos más bonitos de España”.
Desde luego, era de esperar que formase parte de esta lista porque el pueblo en su totalidad es una maravilla. A un lado de su casco histórico se sitúa la Torre del Infantado, a la que se puede subir para obtener unas vistas completas de Potes, la Torre de Orejón de la Lama, una actual sala de exposiciones, y la Iglesia de San Vicente.
Cruzando al otro lado por uno de sus puentes más famosos: el Puente de San Cayetano, se llega a la otra parte del casco histórico, cuyo encanto principal son las casonas populares y sus balcones de madera con adornos florales, que día a día arreglan sus propietarias con mucho amor, resaltando sobre todo las del barrio de la Solana.
Bajando por unas escaleras situadas junto a este puente, llegaréis a un camino que va en paralelo al río y desde donde se obtiene otra perspectiva de Potes, con un fondo bañado por las montañas. Toda su zona céntrica está repleta de bares y restaurantes que ofrecen delicias cántabras: carne de caza, pescados de río y licores como el orujo.
A vuestro paso también os encontraréis con señales que indican por dónde continúa el Camino Lebaniego, ya que esta es una zona de peregrinación y senderistas que recorren este afluente del Camino de Santiago.
Muy cerquita de Potes, a unos 2 kilómetros aproximadamente, se encuentra el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, que ha acogido a infinidad de monjes benedictinos desde su fundación en siglo VI, cuando el obispo de Palencia Santo Toribio decide retirarse a este hermoso emplazamiento. Se dice que este obispo trajo consigo la reliquia del “Lignum Crucis” de su viaje a Tierra Santa, aunque el misterio continúa… ¿Cuándo llegó esta pieza al monasterio?
Este dato se desconoce, pero de lo que si hay constancia es que desde 1961 este santo lugar está siendo habitado por una pequeña comunidad de monjes franciscanos. El entorno que lo rodea es auténtico, que abrazado por el monte Viorna y con los Picos de Europa de fondo, ofrece unas vistas realmente espectaculares, aunque para muchos, lo realmente interesante se sitúa en su interior.
La única construcción que queda del monasterio original es la iglesia, pues es la única parte del complejo que no ha sido totalmente restaurada, sino que ha sufrido alteraciones específicas. Esta edificación se ha convertido en una visita obligada en el Valle de Liébana para religiosos y aficionados al arte y a la arquitectura, que apuesto a que nos contarán todo tipo de detalles sobre este monasterio, ¿verdad?
Ya casi en la frontera con Asturias, en el extremo occidental de Cantabria, se ubica el poblado de Tresviso, famoso por su queso picón: la base de su gastronomía. Una vez más aparecen los Picos de Europa de fondo, que adornan sin frenos todo el Valle de Liébana. El entorno natural en el que está asentado Tresviso es el motivo principal de las visitas que recibe, alternando prados y montañas que posibilitan la práctica de deportes al aire libre. De hecho, la subida a pie desde Urdón es uno de sus grandes atractivos; se trata de un estrecho sendero pedregoso que se pinta en forma de zigzag junto a un barranco sin ningún tipo de protección lateral que os permitirá conocer de primera mano la naturaleza lebaniega.
Antiguamente, esta vereda de 11 kilómetros de longitud era usada para transportar mercaderías y como única vía de comunicación con el exterior, aunque actualmente también es posible llegar a Tresviso por carretera, pero ¡ojo!, solamente desde el pueblo asturiano de Sotres. Esta aldea, cuyo nombre significa “tras el abismo”, aún conserva su arquitectura tradicional compuesta por casitas de piedra que conviven con una iglesia de principios del siglo XX y con vacas y cabras que pastan en los alrededores. En su mirador, que prácticamente roza las nubes, se encuentra un merendero que se asoma al vacío para que vosotros disfrutéis de un tentempié con sabor a adrenalina.
Esta minúscula aldea está compuesta por una serie de casas de estilo lebaniego construidas en piedra, lo que le confiere un toque muy especial. De hecho, desde este año, Mogrovejo se ha incluido en la lista de los “Pueblos más bonitos de España”, ya que ofrece edificios singulares como una torre medieval de finales del siglo XIII, una iglesia parroquial con un retablo barroco con los escudos de Mogrovejo y un hórreo, aunque personalmente creo que el encanto reside en su totalidad.
Por cierto, ¿sabíais que este pueblo fue usado como escenario de rodaje para filmar la película Heidi? Se le conoce como “un pueblo de película”, pues para sus habitantes fue todo un honor que esta producción dirigida por Bhava Talwar contara con Mogrovejo y los Picos de Europa en lugar de usar los propios Alpes para rodar esta primera entrega de la trilogía conocida como La reina de las montañas (2016). Muchos de vosotros rememoraréis felices momentos de vuestra infancia sabiendo que Heidi, Pedro y Clara corretearon por estos lares.
La localidad de Fuente Dé se ha vuelto famosa por el teleférico que allí fue instalado en 1966 para disfrutar de unas vistas privilegiadas de los Picos de Europa. Esta atracción, hecha para los que no conocéis el vértigo, alcanza un desnivel de 753 metros en tan solo 3 minutos y 40 segundos, trasladándoos de forma casi “vertical” en una de sus cabinas desde la base hasta la estrecha estación superior, situada a 1823 metros de altitud.
Arriba os espera la cafetería “El Cable” y un fabuloso mirador, una plataforma metálica que cuelga de la montaña. Antes de realizar esta visita, debéis aseguraros de que el día va a estar despejado para así observar unas magníficas vistas que también obtendréis durante la subida y la bajada en estas imponentes estructuras, que dan la sensación de estar sobrevolando Fuente Dé.