Tierra de tradiciones, rincones mágicos y paisajes incomparables. Asturias es un auténtico paraíso natural y el marco incomparable para desconectar de la rutina, apreciar su gastronomía y experimentar una inmersión plena con la naturaleza.
Y para hacerlo, a su propuesta más verde y conocida podemos sumarle sus maravillosas playas. Buceamos entre sus 345 kilómetros de costa y sus más de 200 arenales para presentarte 5 playas secretas, desconocidas para el gran público o con un encanto especial.
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En la desembocadura del río Cuevas se alza la Playa de las Cuevas del Mar. Un arenal diferente y peculiar en el que, por la erosión del viento, las rocas tienen una forma particular y casi «artísitica». Un impresionante paisaje kárstico salpicado por enormes formaciones rocosas perforadas por el mar que dejan al descubierto cuevas y túneles.
Una playa de apenas 125 metros que, por su belleza y rareza, está considerada Paisaje Protegido Costa Oriental, categoría que se aplica a aquellos lugares del medio natural que, por sus valores estéticos y culturales, son merecedores de una protección especial.
El acesso a la Playa de Cuevas del Mar no es complicado y se puede llegar en coche Por este motivo, es un arenal que, aunque no es muy conocido por el gran público, suele contar con bastantes turistas en temporada alta.
La Playa del Silencio o «El Gavieiru» pertenece al Paisaje Protegido de la Costa Occidental. Con unos 500 metros de longitud y una peculiar hilera de islotes decorando su orilla, este arenal es probablemente uno de los rincones más bonitos de Asturias. Pero además es el lugar ideal para disfrutar, junto a la belleza de su «fisonomía», de la tranquilidad del sonido más característico de la naturaleza de costa: un Cantábrico que en esta playa acantilada transforma sus fuertes rugidos en un suave arruyo con «melodía» de mar.
Y todo ello en una ensenada de cantos claros rodados que dan forma a un un paraje casi virgen que, además, es un enclave perfecto para practicar submarinismo o pesca subacuática. Aunque en temporada alta también es bastante frecuentada, su ausencia de servicios turísticos le han permitido conservar casi intacta su belleza natural. Es una playa con buena aceptación por parte de los naturistas.
Catalogada como Monumento Natural, la Playa de Gulpiyuri también forma parte del Paisaje Protegido Costa Oriental. Un arenal de interior y sin salida directa al mar que se erige como otro de esos lugares recónditos y maravillosos a los que, como es habitual en estos casos, sólo se puede acceder a pie. Pero, sin duda, un paseo que merece la pena probar si quieres disfrutar de una pequeña playa rodeada de acantilados y verdes prados de mayor altitud.
Una ensenada ubicada a 100 metros de la rasa costera y de apenas 40 metros de longitud que prácticamente se queda sin arena durante la pleamar para convertirse en una especia de piscina natural salada. Además, durante la bajamar podrás admirar el característico y particular fenómeno denominado «desagüe». Todo un espectáculo de la naturaleza.
La Reserva Natural de Barayo (clasificada como Reserva Natural Parcial de la Biosfera) es uno de los ecosistemas costeros -formado por arenas, dunas y marismas de gran valor ecológico y paisajístico- mejor conservados de Asturias. Allí podrás encontrar otra de las joyas de la costa asturiana: un arenal formado por el tramo final del río – con el que comparte nombre -, junto a sus dunas, marismas y una playa salvaje de arena oscura (también frecuentada por naturistas).
Una playa a 10 kilómetros de Navia capital que está compuesta por dos lenguas de arena: la que cubre el frente de la costa y una segunda que sirve de ribera a las aguas dulces.
Su forma abierta al mar la convierte en un arenal con viento y de oleaje medio, unas condiciones ideales para los que buscan practicar vela, surf, windsurf… Y para los que lo prefieran, un enclave perfecto para aventurarse en la práctica del buceo.
Sin duda, una de las playas más hermosas y con mayor riqueza y diversidad de toda Asturias.
La Playa de la Griega, Paisaje Protegido Sierra del Sueve, se presenta como un curioso meandro de visita obligada. Sus arenas doradas, que se enclavan en la desembocadura del río Llibardón, ocupan unos 800 metros de extensión en un marco incomparable: la villa marinera de Lastres y los impresionantes acantilados que las rodean. Un entorno que, además, da cobijo a un espectacular yacimiento del jurásico. Y es que al este del arenal comienza una senda de poco más de medio kilómetro que guía a los visitantes hacia las icnitas de dinosaurio de mayor tamaño descubiertas hasta ahora en todo el mundo.
En bajamar, también se forman piscinas naturales, lo que convierten la Playa de la Griega en un lugar ideal para ir con niños y disfrutar de sus aguas después de seguirle la pista a los grandes habitantes del jurásico.