El otoño no tiene nada que envidiarle al verano. Es más, para muchos es la época perfecta para liberarse del estrés vacacional, huir de las masificaciones o descubrir ese destino especial en el que desconectar o aprovechar las (todavía) agradables temperaturas. Pero, sobre todo, el otoño es la estación ideal para disfrutar de un festival cromático que se erige como el protagonista indiscutible en algunos de nuestros rincones más especiales. Conoce 5 paisajes de otoño únicos en los que dejarte atrapar por su singular paleta de colores y prepara tu cámara de fotos… ¡Descubrirás imágenes realmente espectaculares!
Después de la Selva Negra de Alemania, la Selva de Irati (Navarra) es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa. Y es que se trata de una inmensa mancha verde de unas 17.000 hectáreas de extensión que, además, se mantiene en estado casi virgen. Un auténtico paraíso natural y ecológico en el que conviven diferentes figuras de protección, como las reservas naturales de Mendilatz y Tristuibartea, o la reserva integral de Lizardoia. Tupidos hayedos, pastizales, abetos, avellanos, sauces, tilos y limpias aguas configuran un paisaje de colores vivos que en otoño se transforma y da lugar a una estampa en la que predominan sus impresionantes contrastes: rojos, amarillos, ocres y marrones se mezclan con el sempiterno verde de sus musgos y abetos.
Además, es el entorno perfecto para disfrutar de paseos y travesías a pie, practicar cicloturismo o realizar ascensiones montañeras. También cuenta con una importante red de senderos balizados, itinerarios que se erigen como una de las mejores maneras de conocer sus innumerables secretos.
Se acerca la época de la Vendimia y los campos de La Rioja viven una auténtica explosión de rojos, ocres, naranjas y amarillos que emergen para, después de la pisada de la uva, despedirse hasta la temporada siguiente.
Un momento ideal para disfrutar del maravilloso paisaje que ofrecen las vides en otoño, cuando la viña adquiere un color rojizo inigualable, mientras te dejas cautivar por las grandes bondades del turismo enológico.
Y es que, en esta época, decenas de bodegas apuestan por sorprender al viajero y, además de las tradicionales visitas, permiten a turistas y curiosos participar en su gran Fiesta de la Vendimia. Además de contemplar sus maravillosos campos, podrás pisar la uva, comer en un guardaviñas hasta elaborar tus propios caldos.
Más allá del ámbito vinícola, parajes como la Sierra de Ezcaray, la de Cameros o la de Cebollera se convierten en paisajes de otoño perfectos para disfrutar de la caída de la hoja o descubrir auténticos espectáculos naturales como la berrea del ciervo.
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está integrado en la Red de Parques Nacionales Españoles. Al mismo tiempo, forma parte de la Reserva de la Biosfera Ordesa – Viñamala y, junto con los glaciares de la vertiente francesa de los Pirineos, ha sido nombrado patrimonio mundial por la Unesco. Pero, además de estas «credenciales», dos palabras serían suficientes para definir los parajes de este Parque Nacional: vistas espectaculares. Paisajes que, cuando llega esta época, dan lugar a verdaderas postales otoñales en las que es imposible no caer rendido al encanto de sus bosques mixtos de hayas, robles, abedules, arces o mostajos. Especies que habitan conjuntamente y tiñen de color, especialmente durante esta estación, sus cuatro valles de origen glaciar: Ordesa, Pineta, Escuaín y Añisclo.
Si te gusta el senderismo, existen diferentes caminos señalizados que permiten atravesar todo el valle y visitar cascadas y saltos fascinantes como la Cola de Caballo o las Gradas de Soaso.
Imponentes masas de hayas y robles recubren las laderas y valles de Gorbeia, un Parque Natural entre Álava y Bizkaia en el que los vientos húmedos que penetran por el valle de Altube han permitido el desarrollo del hayedo por debajo de su altitud idónea, lo que le hace excepcional. Entre sus 20.000 hectáreas repletas de hayas, robledales, alisos, álamos, sauces o fresnos, visita obligada (especialmente cuando llega el otoño) merece el Hayedo de Otzarreta, un pequeño rincón repleto de árboles que se asemejan a grandes manos, cuyos huesudos y laberínticos dedos que parecen no encontrar fin. Un paisaje enigmático y cambiante que cuando llega el frío adquiere una apariencia misteriosa, cautivadora y, sobre todo, fascinante.
A solo 50 kilómetros de Barcelona, el Parque de Montseny se alza como uno de los espacios naturales con mayor riqueza ecológica y geológica de nuestro país.
Declarado patrimonio universal y reserva de la biosfera, este lugar es un auténtico mosaico de paisajes impresionantes formado por una diversidad natural (casi) infinita: ecosistemas mediterráneos (encinares, alcornocales o pinares) que, en las zonas más altas, dan paso a las hayas y abetos, y que se mezclan en el centro con los grandes robledales.
Una diversidad natural y paisajística que dibuja en otoño una estampa con una variedad de colores sencillamente inigualable.
Y tú, ¿preparado para fotografiar el otoño?