Mallorca goza de tener una característica naturaleza subterránea que atrae a un montón de turistas de todas partes del mundo. Nada más y nada menos que 5 grutas forman parte del rico subsuelo mallorquín, aunque las más visitadas de toda la isla son las famosas Cuevas del Drach, una fantasía geológica a ojos de cualquiera. Tal es su grandiosidad que hasta el mismísimo Julio Verne las nombró en su novela Los viajes de Clovis Dardentor y cuenta con uno de los lagos subterráneos más grandes del mundo, el lago Martel.
Estar en Mallorca significa que obligatoriamente hay que visitar las Cuevas del Drach y contemplar la espectacularidad de cada una de sus salas.
¿Sabéis de dónde procede el término "drach"? Cuenta la leyenda que esta palabra significa dragón, uno que ha perseguido estas cuevas durante mucho tiempo…
Ya se tenía constancia de estas cuevas durante la Edad Media, aunque no fueron investigadas hasta 1880 por el espeleólogo M.F. Will y hasta 1896 por el espeleólogo Édouard-Alfred Martel, quién descubrió el famoso lago que lleva su nombre.
Todo el conjunto está compuesto de 4 cavidades intercomunicadas: Los Franceses, Luis Salvador, Blanca y Negra, situadas a una profundidad de 25 metros y compuestas de formaciones procedentes del Mioceno superior.
Según dicen, antiguamente en las Cuevas del Drach habitaba un dragón (una especie de serpiente gigante con alas pequeñas) que guardaba un tesoro de valor incalculable, lo que le hacía enfurecerse y enfrentarse con todo aquel que intentase adentrarse en ellas en busca de este, pero ¿alguien sabe de qué tesoro se trata? Si pensamos fríamente, no hay un único y exclusivo tesoro porque estas cuevas tienen más de una reliquia.
Probablemente el dragón fue hipnotizado por las diversas formaciones que se han ido produciendo por la actividad erosiva del agua en el techo y en el suelo, es decir, estalactitas y estalagmitas respectivamente, cuyas tonalidades van variando debido a los minerales que arrastra el agua. El feroz animal consiguió asegurar la cueva durante mucho tiempo hasta que de un momento a otro la avaricia que tantos años le había motivado a proteger el tesoro se esfumó. El dragón aburrido y cansado ya no tenía ni fuerza para ahuyentar a los inquietantes visitantes que se acercaban a ella, de manera que un día decidió marcharse en busca de un tesoro similar al que dedicarle el resto de su vida y dejando libre la entrada al edén.
¿Sabías que algunas de las formaciones incluso son capaces de fundirse en una sola columna y van adoptando siluetas bastante curiosa? No os podéis imaginar la cantidad de años que han tardado en generarse cada una de ellas, ya que las estalactitas crecen 1 cm cada 100 años.
Lo más bonito de todo es que muchas de las formaciones tienen nombre propio," La Bandera" por ejemplo está a la entrada, y más adelante se sitúan "El castillo en ruinas" y "El Monte Nevado", entre otras.
La agradable y constante temperatura que hay en su interior, que está en torno a los 20ºC, hizo que la cueva se convirtiera en el nuevo hogar del animal, al que además mucho gustaba esa humedad incesante; aunque honestamente creo que lo que lo enamoró de verdad fueron las aguas color turquesa de sus 6 estanques, que transmiten una sensación de verdadero paraíso.
Los mitos siempre acompañan localizaciones recónditas y misteriosas otorgándoles un toque mágico que fomente el interés de visitar atractivos turísticos como las Cuevas del Drach. Otros cuentan que piratas y bucaneros también penetraron en estas cavidades para hacerse con el supuesto tesoro, tesoro, tesoro… ya hace eco en mis oídos, ¿de verdad había un tesoro o era algo simbólico, espiritual o incluso inventado? De hecho, este tipo de historias están tan extendidas que se dan a lo largo de todo el mundo y que han sido capaces de saltar a la gran pantalla para reflejar situaciones similares con películas como El hobbit: la desolación de Smaug.
Una vez que hemos navegado por el profundo mar de estalactitas y estalagmitas llegamos al Lago Martel, el más grande de todos los presentes alcanzando una extensión aproximada de 30 metros de ancho y 115 metros de largo.
Lo mejor de todo no es que sea el más grande, sino que es el escenario en el que a determinadas horas del día se celebran conciertos de música clásica protagonizados por un cuarteto de dos violines, un chelo y un clave. Las condiciones acústicas de la cueva son ideales para oficiar espectáculos musicales en vivo, que tienen lugar en barcas tradicionales mallorquinas desde el año 1935. Al otro lado, un público ferviente escucha maravillado durante 10 minutos mientras contemplan a su vez los efectos luminosos que acompañan al sonido.
Para terminar el recorrido los visitantes tienen la opción de cruzar el lago en barca o a través del puente que hay en su lateral. Generalmente la gente elige la opción de la barca para disfrutar un poco más del agua, uno de los elementos más significativos de este viaje al centro de la tierra. Ten en cuenta que la visita dura alrededor de una hora.
¿Te apetece adentrarte en el recorrido de unos 1.200 metros que trasncurre por las galerías de las Cuevas del Drach? Descubre este capricho en nuestra preciosa isla del archipiélagobalear, Mallorca.