Seguimos descubriendo el Archipiélago de las Cícladas, y en esta ocasión nos dirigimos al oeste. Las islas que encontramos en esta zona son un claro exponente de la arquitectura cicládica más tradicional, si bien cuentan con algunas características propias que las hacen únicas y especiales. Y es que, no hay una isla igual a otra. Las más importantes de esta zona de las Islas Cícladas son Sérifos, Sifnos y Milos.
De acuerdo con la mitología clásica, un oráculo advirtió al Rey Acrisio de Argos que su nieto acabaría con él. Ante esta perspectiva, no dudó en expulsar del reino a su hija Danae y al vástago que había tenido ésta con el mismísimo Zeus, Perseo. A bordo de un cofre de madera a la deriva, llegan a Sérifos. Y también de Sérifos parte Perseo para matar a Medusa (te recomiendo profundizar en esta leyenda, porque es apasionante).
A pesar de contar con tan ilustre “hijo adoptivo”, la isla no despertó la misma atención que sus vecinas entre los distintos pueblos que por aquí vagaron, e incluso los romanos la utilizaron como lugar de destierro. Quizás eso haya permitido que pasara casi inadvertida hasta nuestros días, siendo una de las islas más genuinas que nos podemos encontrar.
Apenas cuenta con 5 Km. de carreteras asfaltadas, y su escasa oferta turística hace imprescindible reservar tanto el alojamiento como el vehículo con mucha antelación (créenos, no hay nada más decepcionante que llegar al puerto, dispuesto a pasar una semana explorando la isla y que te digan que no hay ni un vehículo de alquiler disponible; menos mal que unas amigas con coche estaban en la isla y nos “salvaron” las vacaciones).
La autenticidad de Sérifos también se ve plasmada en la gastronomía local. Destaca una especia de cocido llamado Revithada, los Marathotiganites (una especie de albóndigas de hinojo) y el Loutza (jamón cocinado al sol). De los postres destacamos los pasteles de queso o Kaltsounia. El bouquet de algunos de los vinos producidos en la isla tiene mucha fama entre los turistas griegos que principalmente la visitan.
A diferencia de lo que suele ser habitual, Chora Sérifos no se encuentra al borde del mar, sino encaramada a una colina. Ascender a lo más alto del antiguo castillo, a la Iglesia de San Juan el Teólogo, tiene la recompensa de ofrecer unas vistas que te dejarán sin aliento.
También podemos visitar Livadi, donde se encuentra el puerto y la mayor parte de tabernas y restaurantes. Y no debes perderte el Monasterio de Taxiarcas, y los restos de las 5 torres de vigilancia que hubo en la isla, destacando la “Torre Blanca” y la llamada “Diván de los Cíclopes”. Igualmente son interesantes los restos del Castillo de Nuestra Señora.
Entre las playas podemos señalar las de Livadakia, Gánemas, Megalo Livadi, Psili Ammos y Vagiá. La puesta de sol en ésta última es espectacular. Pero ten en cuenta que en todas ellas tendrás que llevarte tu propia sombrilla (y abundante protección solar).
¿Sabías que, durante un breve periodo de tiempo, Sérifos se declaró República Soviética? Fue en 1916, cuando los mineros de las importantes minas que había en la isla se pusieron en huelga, ante lo que el Gobierno Heleno envió a la Guardia Nacional. A ésta no le tembló el pulso y disparó a los huelguistas, matando a 4 de ellos. El resto atacaron a los soldados, acabando con todos ellos. Fue entonces cuando se proclamaron independientes. Semanas después el ejército griego recuperó el control de la situación y todo volvió a la normalidad...
Conocida desde la antigüedad por nombres diversos (Cefiria, Memblis, Mimallis, Sifis, Acyton y Byblis), por la actual Milos ella han pasado todos los pueblos que se establecieron en las Cícladas a lo largo de la Historia: Egeos, micénicos, fenicios, atenienses, espartanos, persas, macedonios, ptolomeos, egipcios, romanos, bizantinos, otomanos, venecianos, rusos y alemanes. Y es que, su riqueza mineral la hacían muy codiciada por todos ellos.
Geográficamente se asemeja bastante a Santorini, con una gran bahía abierta hacia el noroeste como consecuencia de la inundación del cráter de un volcán. Debido a ello, la mayor parte de la isla es montañosa, con diversos conos volcánicos. En las zonas más fértiles se dan vides, naranjos y olivos.
La isla es famosa por la Estatua de Afrodita encontrada en ella en 1820, la famosa “Venus de Milo”, que actualmente se puede contemplar en el Museo Louvre de París. Menos conocidos, pero igualmente encontrados en la isla, son el Busto de Asclepio (dios griego de la medicina) que se encuentra en el British Museum de Londres, y las estatuas de los dioses Poseidón y Apollo que se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Los pescados y mariscos de Milos son excelentes en cualquiera de sus formas de presentación. Si prefieres carne, prueba el Katsiki Lemonato, cabrito cocinado con una salsa de limón (yo no soy muy aficionado a esta carne y, sin embargo, no me canso de este guiso). Y si te vas más lo vegetariano, entonces el Bougiourdi es tu plato (tomates y pimientos cocinados al horno con especias). Acompáñalo con un ouzo (anís) con hielo, y remátalo con un Koufeto, un postre hecho a base de calabaza, almendras y miel.
Algo muy característico de Milos son sus syrmata, sencillas construcciones a pie de mar en la que los pescadores locales guardan sus botes. Con puertas pintadas de vivos colores, hoy en día algunas se han convertido en segundas residencias. Las mejores las encontrarás en el encantador pueblo de Klima, pero también las hay en Mandrakia y Fyropótamos.
Al igual que en Sérifos, la capital de Milos, Plaka, no está en la costa, sino en lo alto de una montaña. Las puestas de sol desde los restos del castillo son dignas de ver. También merecen una visita Trypití (con catacumbas cristianas del siglo I), el pueblo pesquero de Apollonia, y el animado puerto de Adamás. Numerosas cuevas y yacimientos arqueológicos completan unas vacaciones ideales.
Imprescindible dar una vuelta a la isla en velero, lo que te permitirá admirar formaciones rocosas espectaculares (como la zona de Arkoudes, Glaronisia y el Cabo Vani), bucear en cuevas de aguas azules y turquesas (como la zona de Blue Waters o la icónica zona de Kléftiko), y bañarte en las playas de Gérakas, Provatas o la Isla Polyaigos. Pero hay muchas más playas: Fyriplaka, Paliochori, Agia Kiriaki, Mytakas, Yabanaki, Pachena o Plathenia, por ejemplo, muchas de ellas prácticamente vírgenes. Y no debemos olvidar dos muy especiales por lo curioso del paisaje, Sarakiniko y Papafragas. ¡Es como bañarse en la luna!
Su origen volcánico es la razón de los manantiales de aguas sulfurosas que se encuentran en la isla. Podrás disfrutar de ellas en la playa de Thiorichia… si aguantas el olor, claro.
Otro ejemplo de las islas más bellas del Egeo es Sifnos, otra de las islas Cícladas no demasiado conocida en España.
Ubicada en el Egeo Meridional y con sus 70 km de costa, cuenta con el paisaje típico de las Cícladas, árido y montañoso conservando toda su autenticidad.
¿Sabías que su nombre original fue "Merope" y que fue colonizada por los jonios de Atenas recibiendo entonces el nombre de Sifnos, el hijo de Sunios?. En tiempos de Polícrates de Samos era considerada la isla más rica de las islas del mar Egeo.
Apolonia, su bonita capital, se encuentra en el interior de la isla, en forma de un anfiteatro con tres pequeños niveles.
Famosa por su pintoresca arquitectura, su cerámica tradicional, su estilo de vida relajado y sus delicias locales ( teniendo en cuenta que es el lugar de nacimiento del chef famoso Nikos Tselementes; bien merece la pena ser descubierta y perderse entre sus blanzas casas descendiendo por las estrechas callejuelas que las bordean. Imprescindible también dar una vuelta a la isla en velero.
Su playa más grande y popular es la de Platis Gialos, y una opción ideal para familias es la playa de Vathi, donde también se encuentra una pequeña iglesia situada en el medio de la bahía. Otra playa impresionante es la de Chrisopigi, como las anteriores de cristalinas y limpias aguas turquesas.
En esta isla se encuentra varios monasterios que aunque están inactivos en la actualidad, son de gran valor histórico y religioso, como el de Vrissiani en Exabela que alberga el Museo de Arte Eclesiástico o el de San Juan Crisóstomo en Kato Petali que albergó la primera escuela griega de la isla. Muy recomendable la visita a la Virgen María de la Montaña, que ofrece unas vistas excepcionales.
Por si fuera poco, Sifnos ofrece cuatro rutas ideales para los amarntes del senderismo. La primera ruta está entre la capital Apolonia y el Monasterio de Profitis Ilias, que en promedio tiene una duración de 1 h y media. La vista desde la cúspide es tan impresionante que en un día claro se puede ver hasta el Peloponeso y la isla de Ikaria. Otra de las rutas interesantes es la de Firogia-Mavro Chorio-Bathi, de dificultad moderada y una duración de aproximadamente 2 h y media. Para comenzar la ruta de Agios Georgios tou Kontou - Palis Gualos, hay que conducir hacia Vathi y girar siguiendo la señal que designa «Kontou» donde hay que dejar el coche. El sendero vacruzando un valle de olivos y termina en la preciosa playa de Platis Gyalos tardando alrededor de 3 h en completarse. Para terminar te proponemos Atermonas - Poulati - Kastro - Faros que se compone de tres caminos separados que se pueden seguir de forma consecutiva, un camino sencillo en el que disfrutaras de paisajes diferentes durante las 2h que tardarás en realizar la ruta completa.