Y llegamos al final de este “viaje” por esas otras Islas Cícladas, Íos y Paros, menos conocidas, pero tan interesantes como sus “hermanas” más famosas y visitadas. Nos dirigimos, pues, al “corazón” geográfico del archipiélago, donde nuevamente encontraremos lo que se espera de ellas: una magnífica gastronomía típicamente mediterránea, casas de paredes inmaculadas en las que destacan sus coloridas puertas y ventanas, iglesias de cúpulas de un azul intenso que casi rivaliza con el de las magníficas playas a nuestra disposición. En esta ocasión nos quedaremos con Íos y Paros.
Es verdad que incluimos a Íos en este listado de islas poco conocidas, pero en el resto de Europa quizás no piensan lo mismo. Y es que, con más bares de copas que casas (apenas cuenta con dos poblaciones), es lugar de “peregrinaje” para muchos jóvenes europeos (hasta 10.000 en temporada alta). Te recomendamos visitarla a principios y finales de verano para evitarlos.
No se sabe a ciencia cierta, pero se cree que está habitada desde el tercer Milenio antes de Cristo. Y, por supuesto, contó con los mismos pobladores que el resto de las Cícladas (incluyendo a Barbarroja), además de los sicilianos. Se dice que la madre de Homero era de Íos, y que él mismo fue enterrado en ella (su supuesta tumba está al norte de la isla), pero no hay pruebas de ello.
Muy montañosa y árida (nuevamente fue utilizada para desterrar prisioneros), los lugareños practican el cultivo en terrazas desde hace siglos, principalmente patatas, legumbres y hortalizas que utilizan en los platos locales, como la Tsimetia (flores de calabaza rellenas de arroz) o la sopa de carne con patatas o garbanzos. Uno de los postres más curiosos es la Mosenta, un pastel de sandía. Y entre los licores, podemos destacar el Tsikoudia (muy parecido al Ouzo).
Chora Íos, también conocida como Nío, asciende desde el puerto por la loma de una colina, coronada por una sucesión de iglesias, siendo la de Agios Nikolaos la última de ellas. Las vistas desde este punto son de las que no te debes perder. También son buenas las vistas desde los molinos de viento.
No muy lejos de Chora se encuentra el Yacimiento de Skarkos, en la colina del mismo nombre, que fue declarado Patrimonio Cultural de la Unión Europea en 2008 debido a su riqueza y estado de conservación. Al norte de la isla encontramos las ruinas de un castillo veneciano del siglo XV, Paleocastro. Finalmente, en un extremo de la isla se encuentran los restos de una antigua torre vigía, Psaropyrgos.
Las playas más conocidas son las de Manganari (en la que también se rodaron escenas de la película “El gran azul”), Kálamos, Psathi, Theodoti y, sobre todo, Mylópotas (hay quien la compara con la famosa Paradise Beach de Mykonos). Sin embargo, las más tranquilas son aquellas a las que se llega andando y que no tienen nombre.
En Íos hay 365 iglesias y ermitas, una por cada día del año. ¡Sólo en Chora encontramos 29 de ellas!
La tercera isla cíclada por tamaño cuenta con una larguísima y próspera Historia, parte de la cual aparece recogida en la llamada “Crónica de Paros”, una estela de mármol en la que aparecen tallados diversos eventos ocurridos en Grecia entre los años 1581 a.C. y 263 a.C. Una parte de la misma fue trasladada al Museo Ashmolean de Oxford (Inglaterra), mientras otro fragmento se conserva en el Museo Arqueológico de Paros. La leyenda cuenta que es en esta isla donde el Rey Minos sacrificaba a las Gracias. También dice que fue colonizada por Paros de Parrasia con una colonia de arcadios, del cual recibió el nombre.
La isla es en realidad una montaña sin apenas vegetación, aunque con grandes y fértiles llanos, y dos grandes golfos naturales donde se asientan las principales poblaciones: Naoussa y Parikiá. Tanto la montaña como el mar proporcionan la materia prima para elaborar los platos típicos locales, como los garbanzos con los que se prepara un guiso en horno de leña durante horas, las aceitunas Askoudes, la uva Mandilaria (con la que se hace un buen vino tinto), los Samotá (higos) o la Gouna (caballa secada al sol). No te pierdas el queso Graviera o el Souma (un licor).
Parikiá, la animada capital de Paros, nos ofrece una de esas joyas arquitectónicas únicas en el mundo: la Iglesia de la Virgen de las Cien Puertas o Panagia Ekatontapiliani. Enorme, construida en el año 326 en piedra y con cubierta de tejas, es una de los templos cristianos más antiguos del mundo, centro de peregrinación mariano. La leyenda le atribuye dos orígenes: hay quien afirma que Santa Elena (la madre del Emperador Constantino el Grande) la mandó construir durante su peregrinación a Tierra Santa. Otros, sin embargo, afirman que fue el Emperador Justiniano I quien envió para construirla a un discípulo del arquitecto de la Iglesia de Santa Sofía de Constantinopla. Sea cual sea su origen, es sencillamente impresionante.
Paros tiene otros muchos atractivos, consecuencia de su pasado, con importantes yacimientos arqueológicos (micénicos, jónicos, romanos, bizantinos…) que incluyen restos de templos, acrópolis, palacios, tumbas y un largo etcétera, a lo que hay que añadir numerosas iglesias y minas de un tipo de mármol de gran calidad que fue incluso utilizado por Praxíteles.
Tampoco debemos dejar de conocer sus encantadores pueblos marineros – como Naoussa (con un animado puerto lleno de bares y tabernas, además de los restos de una fortaleza veneciana), Alikí o Piso Livadi – y de interior – como Lefkes o Marpissa -.
Contando con 118 Km. de playa, las opciones para disfrutar de un buen baño son casi infinitas en Paros. No te pierdas Kontaratos, Nea Chrisi Akti, Farangas o Monastiri, por nombrar sólo algunas. Aunque quizás la playa más famosa y diferente sea Kolymbithres, con unas curiosísimas formaciones rocosas fruto de la acción del mar y el viento.
La embarcación tradicional de Paros, también presente en otras islas cícladas, se llama kaikia. ¡No dudes en utilizarlas para desplazarte de una playa a otra o a la vecina Antiparos!