18 noviembre 2024

De vinos por Portugal

De entre todas las excusas para viajar a Portugal, si es que acaso haya quien requiera de una, la del vino de Portugal es una de las más agradecidas; será por la mezcla con la que resarce al visitante, que por un lado se adentra en parajes naturales de impresión, y le espera con propuestas artísticas e históricas de un reino prolífico, y por el otro acompaña de los mejores descansos: los que proporcionan sus vinos de la tierra.

Vinho verde

Región del Miño, Portugal

Joven y refrescante, aunque cada vez más prestigioso, el vino verde (o vinho verde) es uno de los principales vinos de la zona norte de Portugal, elaborado en la provincia de Minho, sobre todo por un grupo de pequeños productores locales que, poco a poco, van ganando fuerza, e incluso ampliando su producción.

Aunque se elabora también en tinto, su variedad más apreciada es la del blanco, y siempre se produce empleando uvas apenas maduras, con un punto ácido, que marca su estilo. No obstante, las burbujas ayudan a sentir un toque dulce que se expande en cuanto se abre la botella, y que marida perfectamente con toda clase de platos ligeros, tales como las ensaladas, los pescados (la lubina, por ejemplo), los mariscos (tan propios de la zona) y en general toda clase de aperitivos que se tomen fríos.

Viana do Castelo

Viana do Castelo debe ser una de tus paradas imprescindibles en tu ruta del vino verde, aunque solo sea para deslumbrarte con su Templo del Sagrado Corazón de Jesús, de 1898, y para recorrer su enorme patrimonio histórico: palacios, iglesias, conventos, etc., que le han labrado la etiqueta de “meca de la arquitectura”. ¡Buen sitio para descubrir el azulejo portugués!, por cierto.

Guimaraes

Guimaraes, otra parada imprescindible en la ruta del vino verde, una ciudad de estrechas calles empedradas y un precioso centro histórico, donde destaca la Plaza Largo da Oliveira (¿qué tal un vino verde sentado en una de sus terrazas?), o la iglesia gótica de Nuestra Señora de Oliveira, que además se guarda dos estupendos planes adicionales: la subida en funicular a la Montaña da Penha, en donde se encuentra el santuario, y la visita al Palacio de los Duques de Braganza, que data de principios del s. XV.

Braga

La ciudad romana de Braga, fundada en el 16 a.C., también puede sorprenderte en tu ruta de vinos, aunque solo sea por su catedral de Braga, también llamada La Sé, que es la más antigua de Portugal; y el Museo Arqueológico D. Diogo de Sousa o el Santuario del Bom Jesus do Monte, con su espectacular escalinata barroca. En su centro histórico encontrarás multitud de sitios donde disfrutar de un buen vino verde, y visitar la famosa Plaza de la República.

Inmejorable para combatir el calor, el vino verde es una delicia veraniega que podrás encontrar avanzando por la ruta de los vinos verdes, que te llevará a visitar localidades como Arcos de Valdevez, una histórica localidad donde visitar casas señoriales, templos y un romántico puente medieval que cruza sobre el río. Como también el puente sobre el río en Ponte da Barca, como preámbulo para recorrer su centro histórico, sus plazas, el Antiguo Mercado, etc., y su Castillo de Lindoso, de principios del siglo XIII. En Ponte de Lima, pasea por los alrededores de la Torre da Cadeia Velha y la Torre de São Paulo, y por supuesto, cruza el puente medieval, ¡de 380 metros de largo!

Vinos del Douro

Valle del Duero, Portugal

La cuenca del río Duero es otro de los grandes enclaves vinícolas de Portugal, cuna de magníficos vinos, tanto blancos, como tintos… e incluso en vinos jóvenes, que suelen tener un precioso color rubí y presentar aromas de frutas como las fresas o las frambuesas. Su cénit suele alcanzarse tras 10 años de envejecimiento, cuando sus colores se vuelven más profundos y sus aromas más sofisticados aunando notas de chocolate, frutos, restos de madera y toques balsámicos que fluyen más suaves y equilibrados.

Los vinos tintos del Douro maridan a la perfección con platos sabrosos como el cordero o la ternera, que son, además, platos tradicionales de Portugal, por lo que la suma de los dos da como resultado… ¡un super plan de viaje gastronómico! Pero anota también su buena mezcla con quesos como el Roquefort, Fourme d’Ambert o el Gorgonzola; platos de pescado como los buñuelos de bacalao, las ostras escalfadas o las brochetas de gambas; y siempre con carnes como la chuleta de buey o cualquier tipo de carne en filete.

Peso da Régua

La historia de Peso da Régua está por completo ligada al vino de Douro y la mayoría de sus visitantes acuden a esta localidad para echar la vista atrás y descubrir sus bodegas, sus cuevas y museos sobre el vino. Tal es el caso del Museo do Douro, que además cuenta con una terraza frente al río protagonista, donde descansar tomando un vino, y restaurante donde disfrutar de lo mejor de la tierra. Además, cuenta con un mirador, llamado Miradouro de São Leonardo de Galafura, con 640 metros de altura, desde donde se disfruta una espectacular panorámica de los alrededores. También podrás subir al Tren Histórico del Duero, un tren de vapor de 1925 que te lleva a conocer el valle.

Pinhao

Pinhao lleva el vino en su esencia fundacional, hasta el punto de que, sin él, quizás, no existiría. Se fundó en el s. XIX para alojar, sobre todo, a los trabajadores del mundo del vino, que prosperaba con el vino de Oporto. Quizás por eso, uno de sus lugares más atractivos es la estación de ferrocarril de Pinhao, que desde 1937 luce además unos espléndidos azulejos cuyas ilustraciones narran los trabajos de producción del vino. Además de disfrutar de las vistas desde el Mirador de Casal de Loivos, también destacan viñedos como los de La Finca de la Roêda, con sus viñedos en terrazas, la costumbre de los viñedos frente al río, o La Finca del Portal, o la Fina del Bonfim, etc.

São João da Pesqueira

São João da Pesqueira también está ligada a la producción del vino de Douro, como demuestra la cantidad de buenos viñedos y fincas en su área, como la Quinta das Tecedeiras, que cuenta con una casa de campo rodeada de viñedos y olivos; o la Quinta da Boavista, donde podemos visitar la bodega y conocer sus viñedos labrados en terrazas. No te pierdas el claustro y Museo de la Catedral, ni tampoco el Castillo de Numão, con su perímetro fortificado y planta ovalada del siglo X que aún conserva la iglesia románica de Sta. María.

Trás-os-Montes

Chaves, Portugal

Peculiares vinos, los producidos en la zona de Trás-os-Montes, una zona muy montañosa, de altitud elevada, en donde los vinos se forjan en un clima de veranos muy secos y calurosos, e inviernos largos y muy fríos. Aquí la solera del vino viene de largo, pues se sabe que ya era aquí cultivada la vid por los romanos, y todo a pesar de las dificultades del terreno, que hacen el cultivo en terraza todo un arte local.

En Trás-os-Montes se cultivan y producen vinos tintos robustos, frutados y con bastante cuerpo, mientras que los vinos blancos tienen notas florales y, en general, suelen ser más suaves.

Braganza

Todo un viaje en el tiempo, el que nos propone la parada de Braganza, en nuestra ruta de vinos. La ciudad conserva un toque medieval que se respira, sobre todo, en su recinto fortificado. Y sobre él, como cénit, el Castillo de Braganza, cuya Torre del Homenaje se eleva orgullosa dando cuenta de su antiguo poder militar. De hecho, el castillo alberga el Museo Militar, con ejemplos de pertrechos bélicos empleados a lo largo del tiempo. Fuera del recinto fortificado, encontraremos el Palacio Sá Vargas y el Palacio Calaínhos, que datan de los siglos XVII y XVIII.

Chaves

Las protagonistas de Chaves son, por un lado, sus fortificaciones y murallas, como las que se conservan del viejo Castillo medieval de Chaves, y las termas romanas, en las que se halla instalado un balneario medicinal que remite a los tiempos romanos. Una ciudad de patrimonio artístico, histórico, donde destaca su puente romano, el Puente de Trajano, de 140 metros de largo, así como el conjunto de su casco histórico que, aquí, recibe el nombre de “Barrio del Castillo”. En él encontrarás iglesias barrocas y renacentistas, plazas como la de Camões, notables edificaciones históricas… y de fondo, la Torre del Homenaje del castillo, como cápsula del tiempo sobre el presente de Chaves.

Miranda de Douro

La localidad de Miranda de Douro es una vieja conocida de los viajeros españoles, fundamentalmente por su proximidad y por ser un centro de compras bien conocido entre los españoles. No obstante, ¡es mucho más que un sitio de compras! Es un enclave en las arribes portuguesas, que también ha dado buenos vinos a lo largo de su historia. Acércate a probarlos en su casco histórico, donde descubrirás la Plaza de Joao III o su Catedral (hoy concatedral, más bien), una construcción manierista del s. XVI. ¡AH! Y un extra para el visitante: es posible hacer un pequeño crucero por el río Duero y disfrutar de las vistas.

Vinos de Lisboa

Lisboa, Portugal

La Península de Setúbal, ubicada en la costa sur de Lisboa, una región vinícola que ha estado produciendo vinos muy destacados durante siglos. Setúbal es famosa por su vino Moscatel, un vino dulce con notas de cítricos y frutas maduras, reconocido a escala mundial. Los viñedos se extienden por colinas onduladas que ofrecen vistas panorámicas del océano Atlántico, creando un escenario encantador para degustar estos vinos únicos. Los visitantes pueden conocer el proceso de producción del vino, desde la recolección de la uva hasta el embotellado, y aprender sobre las técnicas tradicionales y modernas utilizadas en la vinificación. ¡Una experiencia 100 % recomendable!

Pamela

A pocos kilómetros de Setúbal, nos encontramos con Palmela, una ciudad ubicada en lo alto de una colina, lo que favorece a disfrutar de unas impresionantes vistas de los alrededores, incluyendo los viñedos que se extienden hasta donde la vista puede alcanzar. La región es famosa por sus vinos tintos robustos, especialmente los producidos con la variedad de uva local, Castelão. Muchas bodegas abren sus puertas para visitas guiadas, donde puedes aprender sobre el proceso de vinificación y, por supuesto, degustar una amplia variedad de vinos locales.

Carcavelos y Colares

Continuamos nuestro viaje hacia Carcavelos, turísticamente conocido por su icónica y extensa playa con el mismo nombre, una de las más grandes de la región de Lisboa. Pero esta zona también adquiere una gran importancia en el ámbito del enoturismo, destacando la producción del vino de Carcavelos, un vino dorado con toques de frutos secos. No dudes en visitar las bodegas, abiertas a todo tipo de visitantes, para catar esta auténtica delicia. Una de nuestras mayores recomendaciones es hacerlo en Quinta dos Pesos, una de las más reconocidas históricamente.

Más allá de Carcavelos, nos dirigimos a Colares, una región vinícola de lo más original donde los viñedos se plantan en la arena cerca de la costa atlántica. La proximidad al mar y la influencia del clima oceánico dan lugar a vinos frescos y muy diferenciados del resto de variedades, otorgándoles un especial interés por parte de los especialistas en el sector vinícola. Además, aquí se encuentra la Bodega Regional de Colares, la cooperativa de vino más antigua del país y una visita ineludible.

Bucelas y la Ginjinha

Nuestro último tramo nos lleva a Bucelas, una región vinícola ubicada a unos 25 kilómetros al norte de Lisboa y conocida por sus vinos blancos secos, especialmente el Arinto. Los viñedos de Bucelas se encuentran en tierras más elevadas, aprovechando la frescura del aire para producir vinos con mayor acidez y sabores cítricos. No dudes en visitar las bodegas locales para explorar la historia vinícola de la región, llevarte alguno de sus productos como souvenir o vivir fascinantes experiencias de maridaje, donde puedes disfrutar de vinos locales junto con platos regionales.

Finalmente, no podemos concluir nuestro viaje sin mencionar la famosa Ginjinha, un licor de cereza que ha conquistado el corazón de los lisboetas y visitantes por igual. También conocida como “Ginja” en portugués, está elaborada a partir de aguardiente de cereza y azúcar, con la adición de bayas de ginja o cerezas ácidas que le dan su sabor distintivo. Esta bebida se ha convertido en una parte esencial de la experiencia culinaria lisboeta, así que visita alguna destilería o taberna típica para probarla y sumergirte en la verdadera cultura de la zona.