El Camino de Santiago es una de las rutas más realizadas en España por personas religiosas o aficionadas al senderismo y la naturaleza o a los viajes. Aunque es mucho más que una ruta, es una tradición que desde hace cientos de años se ha convertido en una tendencia viajera imparable. Cada vez son más los que se atreven a hacerlo porque escuchan de la boca de otros que es una experiencia inolvidable, que conoces a gente nueva, que te cambia la vida… y seguramente te la cambie, pero ¿te has llegado a preguntar alguna vez por el origen del Camino de Santiago y sus características? En este post, hecho para los más curiosos, encontrarás algunos datos que probablemente no conocías pero que te harán disfrutar de esta experiencia de una manera mucho más completa.
La concha de la vieira es el símbolo más representativo del Camino de Santiago, una figura que todo el mundo entiende sin necesidad de hablar, un emblema que representa mejor que nunca el dicho de “una imagen vale más que mil palabras”. Se dice que era usada para distinguir a los caminantes que habían terminado con éxito la peregrinación, lo que significaba que habían llegado sanos y salvos a casa, porque antiguamente la peregrinación consistía no solo en llegar a Santiago de Compostela, sino en volver a casa caminando, que también formaba parte del viaje, cosa que ya pocos hacen…
Esta concha de vieira suele ir acompañada de otra figura, la flecha amarilla, que orienta siempre a los caminantes para tomar el rumbo correcto hacia Santiago. Esta flecha comenzó a formar parte de la señalización del camino en 1984 gracias a Elías Valiña, sacerdote de O Cebreiro, que se dedicó a pintar estas flechitas por todo el Camino Francés. Desde entonces, puede verse pintada en la calzada, en los muros exteriores de las casas, en los árboles o en cualquier sitio físico que permita su dibujo.
Ahora que ya sabes cómo se guiaban los peregrinos, ¿te gustaría saber cuál era la vestimenta que usaban para hacer el Camino de Santiago? Desde la Edad Media, en su trayecto hasta Santiago de Compostela solían viajar con una indumentaria sencilla que consistía en tan solo una capa, un sombrero de ala ancha y unas sandalias que en muchas ocasiones terminaban perdiéndose, así que no era raro ver a los caminantes cruzar los senderos descalzos. También era común usar la esclavina para cubrirse del frío, un zurrón no muy grande y un bastón largo, de madera y con un pomo en su parte superior para ayudarse en las pendientes y en las partes más duras del viaje. De este báculo colgaba una pequeña calabaza que empleaban para transportar líquido con el que hidratarse y que casi siempre era vino.
Ya a la vuelta de Santiago era habitual verlos con la concha colocada como un pin sobre la capa o sobre el sombrero, un símbolo que se entregaba únicamente a aquellos que ya hubiesen visitado la tumba del apóstol Santiago. Estas prendas y complementos eran imprescindibles para identificar a los peregrinos que pasaban por los caminos y para que así pudieran aprovechar las ventajas que este “uniforme” les otorgaba a la hora de acceder a hospitales o albergues, una hospitalidad que siempre formará parte de esta aventura.
El Camino Primitivo es el más antiguo porque se dice que la primera peregrinación hasta Santiago de la que se conservan referencias fue realizada por el rey Alfonso II de Asturias en el siglo IX. Este recorrido que va desde Oviedo hasta Santiago de Compostela va atravesando las zonas interiores de Asturias y Galicia, compuestas por unos bellos pero despoblados paisajes montañosos que no debes desafiar, pues es un camino con etapas que albergan exigentes subidas y bajadas que se complican aún más cuando la lluvia convierte en barro el terreno de los senderos.
Durante los 321 kilómetros con los que cuenta la travesía disfrutarás de reconocidos destinos como Oviedo, Lugo, Melide o Santiago de Compostela, pero no sin antes haber pasado por exigentes trazados que una vez terminados satisfarán de una manera inexplicable a estos atrevidos caminantes.
El francés es el camino más transitado y con mayor afluencia de público año tras año, pero ¿por qué? Porque es el que cuenta con una mejor señalización desde su inicio en Saint Jean Pied de Port o Roncesvalles (Francia) hasta su final en Santiago de Compostela, y porque presenta la mayor oferta de albergues públicos y servicios para satisfacer las necesidades de los viajeros. Se trata de un itinerario único en el que las relaciones interpersonales y la convivencia entre personas procedentes de todas partes del mundo han ido ganando tanta relevancia que en el año 2004 recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
Es el camino más famoso a nivel internacional que ha ido dejando huella a todos y cada uno de sus peregrinos, favoreciendo las relaciones sociales y ensalzando la feliz experiencia que se siente al llegar a pie a ciudades como Pamplona, Logroño, Burgos o León, una sensación que alcanza el éxtasis cuando se finaliza en Compostela. Sin embargo, son muchos los que se decantan por hacer este recorrido desde puntos más cercanos a Santiago, con salidas frecuentes desde Sarria, quienes desgraciadamente se perderán el regalo que hay en la localidad de Ayegui (Navarra).
Antiguamente los peregrinos que hacían el Camino de Santiago eran víctimas de ciertas enfermedades debido al mal estado de los alimentos y del agua que consumían durante su trayecto, así que era bastante frecuente que en los hospitales los recibieran con vino, una “pócima” rica en hierro y sales que por aquel entonces se empleaba como bebida reconstituyente y que además servía como antiséptico y cicatrizante para curar las heridas.
En honor a esto, las Bodegas Irache, en Ayegui (Navarra), tuvieron la magnífica idea de instalar en uno de sus muros a finales de los años 90 una fuente con dos caños que proporcionase agua y vino a los peregrinos. Cada día se llena con 100 litros de vino tinto joven con el objetivo de calmar la sed de los viandantes que recorren este tramo del recorrido francés. Y aunque es una pena, he de decirte que esta es la única fuente de vino que encontrarás en TODO el camino, así que disfruta de ella porque aún te quedan unas cuantas etapas.
La credencial es una especie de pasaporte, que puedes solicitar en la Oficina de Acogida al Peregrino o en otras instituciones como iglesias o albergues autorizadas por la Catedral de Santiago, que sirve para identificar al peregrino que viaje a pie, en bicicleta o a caballo y para acceder a los albergues que ofrecen hospitalidad cristiana.
Esta cartulina en forma de acordeón y distribuida a lo largo de 16 páginas, que previamente será rellenada con los datos personales del viajero, irá siendo sellada en los lugares de pernoctación de los peregrinos o en hospitales, parroquias o monasterios para finalmente ser sellada por la Catedral de Santiago una vez que se complete la peregrinación.
Esta credencial es la única vía que existe para solicitar la “Compostela”, erróneamente conocida como la “Compostelana”; un certificado expedido por las autoridades eclesiásticas que tan solo se concederá a aquellos que hayan recorrido al menos los últimos 100 km a pie o a caballo, los últimos 200 km en bicicleta o las últimas 100 millas náuticas del Camino con sentido cristiano, es decir, con un fin religioso. En cambio, si has realizado el camino por otros motivos, te entregarán un certificado alternativo conocido como Certificación del Peregrino.
Si estás pensando en hacer el Camino de Santiago en bicicleta tenemos un circuito que te puede interesar con todo el viaje programado, 8 días con alojamiento y transporte de mochilas incluido. Además, también tenemos otros circuitos para conocer Galicia y sus Rías Baixas en 6 días.
Hoy en día la tumba del Apóstol Santiago está situada en el interior de la Catedral de Santiago de Compostela, pero tiene una gran historia detrás… Según cuenta la leyenda, dicho apóstol murió en marzo del año 44 d.C. en Palestina y fue trasladado por sus discípulos hasta Galicia, la tierra donde este había predicado y en la que fue enterrado.
Muchos años después, un ermitaño llamado Pelayo vio una lluvia de estrellas que decidió perseguir, con la suerte de que en ese trayecto se topó con una tumba, que por decisión divina del obispo Teodoro de Iria Flavia resultó ser la de Santiago. Esta noticia llegó a los oídos del rey Alfonso II, quien tomó la decisión de construir un templo católico de piedra y barro alrededor del sepulcro en honor al apóstol. Esta iglesia sufrió varias remodelaciones y ampliaciones hasta que llegó a convertirse en la actual catedral románica, a la que con el tiempo se le fueron añadiendo elementos de estilo gótico, renacentista y barroco.
Uno de los elementos más destacados de esta catedral es el botafumeiro, que se usaba ya en torno al siglo XI para perfumar el templo y así eliminar los malos olores que dejaban los peregrinos, que tras su largo recorrido llegaban cansados y con unas condiciones higiénicas que dejaban mucho que desear. También tiene un significado divino, ya que con la ascensión del incienso hacia la parte superior de la nave se intenta representar la cercanía de las oraciones al corazón de Dios.
Este gran incensario de 62 kg y 160 centímetros aproximadamente está hecho de plata y latón, y necesita a varias personas para ponerlo en movimiento, ¡todo un espectáculo! Toma nota de que podrás verlo en movimiento únicamente en determinados días festivos como la Epifanía del Señor o el Domingo de Resurrección.