De los enclaves emblemáticos de la Costa Azul pudiéramos hablar siempre en clave de mar azul (¡muy azul!, de hecho), preciosas fachadas modernistas, un ambiente exclusivo y el mayor glamour en sus impresionantes hoteles más propios de otra época. Así es cómo se vive la cosa en ciudades como Niza, Cannes o Saint Tropez, estampas que pueblan las postales más características de la zona, a veces desplazando a otras localidades que si bien no cuentan con la misma fama, atesoran, sin embargo, los mejores atractivos del lugar. Quizás algo de esto le suceda a lugares… como Antibes.
De hecho, sucede que la localidad de Antibes cuenta con muchos de los atractivos habituales de las ciudades de esta exclusiva costa francesa, pero suma, además, algunos propios que no son tan fáciles de encontrar. Tal es el caso, por ejemplo, de un casco histórico de bonitas callejuelas que aún conservan el sabor auténtico de otro tiempo, o una situación privilegiada junto a un cabo natural lleno de pinos que además se puede bordear alrededor siguiendo el sendero de la costa. Son… tan solo algunas de las cosas que deparan al visitante de Antibes.
Parece una ciudad… pero en realidad son, casi, como si fueran dos. Antibes y Juan-les-Pins se encuentran situadas a ambos lados de una península que forma la costa, como las dos caras de esta “doble ciudad” que para algunas cosas se sienten tan distintas, pero que para otras tienen una enorme relación. Por ejemplo, ambas organizan conjuntamente el llamado “Jazz a Juan”, un festival de jazz con el que hacen las delicias de los turistas en verano y que aunque lleva el nombre de una de las dos ciudades, se atribuye oficialmente a ambas.
Sin embargo, no es difícil sentir que mientras Antibes conserva un sabor más auténticamente histórico en sus calles, así como un estilo más elegante (es la puerta de acceso a las grandes mansiones privadas que se encuentran en el pinar central de la península), Juan-les-Pins es, en gran medida, una localidad más asequible para disfrutar de un ambiente puramente playero y vacacional. En cualquier caso, recuerda que ambas localidades se encuentran separadas por un agradable paseo de poco más de 20 minutos, por lo que se puede disfrutar de lo mejor de ambos mundos sin renunciar a nada.
Ya centrados en Antibes, recuerda dedicar un poco de tiempo a disfrutar de su casco histórico, uno de los más agradables de cuantos encontrarás en las localidades de la región y que, a pesar de ser un destino muy turístico, conserva aún gran parte de su impronta histórica.
Algunas de sus calles, las más tranquilas, aún guardan el ambiente de un bonito vecindario por cuyas ventanas todavía se escuchan las conversaciones de los vecinos disfrutando de sus vacaciones. Otras calles se han llenado de vida gracias a la llegada de los turistas, y cuentan con multitud de tiendas de artesanía, souvenirs, además de pequeños restaurantes que aún respiran el toque verdadero de sus calles y en los que se puede disfrutar de los platos más propios del lugar. En general, un conjunto de plazas y callejuelas por donde perderse en busca de las sensaciones de otro tiempo.
Puestos a disfrutar del entorno, uno de los grandes atractivos de Antibes se le debe a la figura del Marqués de Vauvan, un célebre ingeniero militar que vivió en el siglo XVII y que se especializó en la construcción de fortificaciones. A él se atribuye la construcción del Port Vauvan, incluyendo sus emblemáticas murallas, pero que está formado también por el antiguo castillo Grimaldi y la catedral, que seguro se convertirán en paradas obligatorias de nuestra visita.
Concretamente, en el caso de la Catedral de la Inmaculada Concepción, recuerda fijarte en su fachada de estilo barroco, así como en ese especial efecto de luz que hacen sus vidrieras sobre el altar, ¡uno de los detalles más cautivadores! La historia del Castillo de Grimaldi, otra de las estructuras del conjunto, ha quedado indefectiblemente asociada, nada menos, que a la historia del arte, pues el pintor español Pablo Picasso adquirió el enclave como residencia, empleándolo también como taller durante algunas temporadas. En la actualidad, conserva más de 250 obras del genio, en convivencia con las de otros pintores de las vanguardias como Miró.
No es la única oferta de museos para el visitante que ofrece Antibes. Los amantes de la antropología disfrutarán de la visita al Museo Arqueológico, donde podrán familiarizarse con la historia de los asentamientos en la región y la historia de la ciudad. Por su parte, los amantes de los barcos se entusiasmarán con las diversas maquetas náuticas, esculturas, armas, uniformes, etc., que encontrarán en el Museo Naval y Napoleónico. ¡Planes para todos los gustos!
Otro de los atractivos de Antibes, como ya sucede en otras localidades históricas de la Costa Azul, como Niza, es visitar su Mercado Provenzal. Se trata de un espacio cubierto en cuyo interior se celebra un mercado de productos propios de la zona. Infórmate de los días de la semana en que se celebra, pues varía en función de la época del año, aunque puedes anotar que, en tiempo estival, se puede visitar casi todos los días de la semana.
Por último, recuerda que Antibes cuenta con un espacio privilegiado que es la propia península en la que se encuentra, por lo que no dudes en reservar un poco de tiempo para disfrutar de ese entorno natural que no encontrarás en otros enclaves de la Costa Azul. Así, en tu recorrido alrededor del cabo de Antibes, irás encontrando bonitas calas, menos concurridas que las playas oficiales, así como un pinar y un sendero por el que caminar para ir disfrutando de las vistas junto al mar y sorteando las mansiones más lujosas de la zona.
Antibes cuenta con un buen repertorio de playas de todos los estilos para imaginarte en ellas cualquiera que sea tu forma de disfrutarla. La más próxima al centro de la ciudad puede que sea la pequeña Playa de la Gravette, normalmente frecuentada por los propios residentes de Antibes. Si buscas un entorno más tranquilo, menos concurrido, apunta el nombre de las dos playas que se extienden hacia el norte, que son La Brague y La Fontenne. Se pueden recorrer en coche todo a lo largo de la línea de costa, alternando zonas de arena con zonas de roca, y aparcar tranquilamente junto a la zona que más nos guste.
Muchos prefieren la Playa de la Garoupe, un poco más próxima a Antibes y desde donde, además, se puede comenzar un bonito el paseo alrededor de la península de Antibes. Por cierto, ¿sabes cómo se llama este camino? “Sendero de los contrabandistas”. ¡Prometedor, eh?
Por último, apunta los nombres de la Playa du Ponteil y Playa de la Salis donde también encontrarás un estupendo paraje playero para disfrutar. Y, por supuesto, atravesando la península se alcanza la zona de playa de Juan-les-Pins donde encontrarás la estampa paradigmática de una auténtica localidad estival para disfrutar de la imagen más emblemática del verano en la Costa Azul.