Aínsa es un destino sin igual, una villa medieval situada a los pies de los Pirineos, entre los ríos Ara y Cinca, en la provincia de Huesca. Sobresale porque cuenta con un casco histórico de gran belleza que fue declarado Conjunto Histórico-Artístico y por el entorno idílico en el que está situado: un paraíso verde que actúa como imán para los amantes de la naturaleza. Por eso, este post va dedicado a los fanáticos del turismo rural y a los aventureros que desean recorrer y descubrir esta parte del norte de España.
El Castillo de Aínsa, una fortaleza que es uno de los monumentos más simbólicos de la localidad a pesar de que actualmente presenta un estado de ruina. Está ubicado en un extremo de lo que hoy es la Plaza Mayor de Aínsa desde el siglo XI, momento en el que empezó a construirse en estilo románico.
Posteriormente, entre los siglos XVI y XVII, Felipe II mandó reforzar y modernizar las fortalezas existentes para hacer frente a la tensa situación política entre la Corona de España y Aragón. Se fue adaptando progresivamente a las exigencias del momento, por lo que entre el siglo XIX y XX pasó a convertirse en una guarnición militar para finalmente pasar a ser el lugar de celebración del Festival Castillo de Aínsa, uno de los certámenes musicales de referencia de todo Aragón.
Aún pueden verse alguna de sus torres y partes de su muralla almenada. De hecho, la torre homenaje alberga el Eco Museo Centro de Visitantes y la torre noreste la Oficina de Turismo.
La Plaza Mayor de Aínsa es una de las plazas medievales más bonitas de España que en teoría procede de los siglos XII y XIII. Sus elementos más destacables son los heterogéneos arcos de medio punto que componen los soportales en uno de sus laterales, aunque no debemos olvidarnos del edificio del ayuntamiento y de los restos de la muralla que aún conserva.
Curiosamente, bajo estos porches aún se pueden observar dos prensas de vino que antiguamente utilizaban los vecinos de Aínsa para obtener el mosto de las uvas de su propia cosecha. Gracias al tamaño y forma que presenta la plaza, en ella se celebran actualmente numerosas ferias y mercados.
La Iglesia de Santa María de Aínsa es uno de los mejores ejemplos de arte románico típico del Alto Aragón. Fue construida entre finales del siglo XI y mitad del siglo XII y que despunta por su sobriedad decorativa.
Claramente su torre-campanario es su parte más notable, coronando la típica fotografía con Aínsa de fondo, aunque el claustro que se sitúa justo al lado cuenta con pintorescos lados románicos y góticos. En definitiva, debido a la belleza de todos sus elementos fue declarada Monumento Nacional.
En la vertiente sur del Pirineo central se ubica el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, otra de las grandes delicias naturales de la provincia de Huesca. Este espacio protegido, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999, está formado por 4 grandes valles ubicados alrededor de Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto de todo Europa.
El protagonista del parque es el valle de Ordesa, al cual se accede desde el bonito municipio de Torla, que, sin duda, merece una visita. Este es el espacio natural que más visitas recibe de los cuatro, y aunque ofrece infinitas rutas de senderismo, algunas de las más populares son La Cola de Caballo y De Torla a la Pradera de Ordesa por Turieto Bajo, donde cascadas, prados y frondosos bosques se convertirán en los mejores escenarios para tomar fotografías.
El Cañón de Añisclo empezó a formar parte de este parque en 1982, y aunque sea menos conocido que el valle anterior, su cañón, sus praderas y sus miradores son un auténtico espectáculo. Uno de los más reconocidos es el Mirador de Buerba, y sus rutas más destacadas son Puente del río Bellós-río Aso, La Ripareta y Fuen Blanca.
El valle de Pineta es uno de los más idílicos de la zona, pues se trata de un valle de origen glaciar en forma de U rodeado de abetos, hayas y pinos. De nuevo el senderismo es la mejor forma de poder recorrer algunos de sus itinerarios más interesantes: Los Llanos de la Larri y Balcón de Pineta.
El último valle está compuesto por las Gargantas de Escuaín, una de las zonas más desconocidas del parque, pero, sin embargo, una de las más encantadoras. Es el más pequeño de los cuatro, aunque ofrece singulares crestas y laderas que acompañan las gargantas. Es ideal para los amantes de las aves, ya que es fácil distinguir al quebrantahuesos a lo largo del valle. El sendero conocido como Los Miradores de Revilla es uno de los más famosos, aunque La Valle y el Puente de los Mallos también son merecedores de una visita.
El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara es el espacio natural protegido más grande de la Comunidad Autónoma de Aragón. Sus barrancos son el mayor atractivo del parque, razón por la cual están considerados como los más bellos de Europa y han pasado a ser un referente mundial del barranquismo. Generalmente este deporte suele combinarse con el senderismo, dos de las mejores formas de disfrutar de este espacio, que ofrece a su vez cuevas y valles.
Además, si eres un apasionado de la ornitología, te alegrará saber que aquí destacan las aves rapaces, pues es una de las reservas de aves más importantes de Europa.
Pues esto es Aínsa, la mezcla perfecta entre arquitectura medieval y arquitectura natural, ¿no crees?
Como decía al principio del post, Aínsa está situado a las puertas de los Pirineos y está rodeado de tres grandes espacios naturales que hacen de este un destino rural en toda regla.
A una hora en coche aproximadamente se sitúa el privilegiado Parque Natural Posets Maladeta, muy cerca de Francia y Cataluña. ¿Por qué privilegiado? Pues porque aparte de su singular belleza, contiene el Pico Aneto, el más elevado de todos los Pirineos. Es un hecho que para muchos es un gran atractivo turístico, un reto para los aficionados a la montaña que preparan su ascensión con gran esfuerzo pero mucha ilusión.
Algunos animales como jabalíes, sarrios y marmotas son fáciles de reconocer durante las travesías, al igual que algunos árboles como los abedules, hayas, abetos y pinos negros, que van variando según la altitud en la que nos encontremos.
Son más de un centenar los lagos de origen glaciar que pueden contemplarse aquí, además de cascadas y senderos que resultan atractivos para los amantes del senderismo, el esquí y la escalada.