Entre Essaouira y Marrakech, donde la cordillera del Atlas llega al mar, se encuentra uno de los secretos mejor guardados de Marruecos: Agadir. Playa atlántica, clima subtropical y desierto se juntan en esta ciudad de exóticos contrastes. Te desvelamos 4 planes de mar y montaña que podrás hacer si visitas este pequeño rincón paradisíaco de Marruecos.
A 42 km de Agadir y en el corazón de la comarca bereber de Ida Outanane se encuentra la playa de Tamri. Se trata de un enclave poco frecuentado por los turistas, lo que le brinda exclusividad.
Esta playa ofrece un paisaje costero muy variado, desde bahías rocosas y llenas de fina arena hasta acantilados con cuevas y grandes dunas a su alrededor, que parecen trasladarte a la mismísima falda del desierto del Sáhara.
La población principal de Tamri se encuentra separada de la costa por una laguna y fue declarada Parque Natural de Tamri porque en ella viven dos especies de animal en peligro de extinción: el camello y el ibis eremita.
Además, el mar de esta zona de la costa produce grandes olas que convierten esta playa en un lugar muy atractivo para los surfistas. Para los turistas que se alojan en Agadir, la playa de Tamri es una excursión perfecta que realizar en el día.
A 20 km de Agadir siguiendo la carretera de Essaouira, nos encontramos con nuestra segunda parada costera: Taghazout, un es un pequeño pueblo bereber turístico y pesquero.
Considerada como la meca del surf en África, cientos de deportistas amantes del surf y del windsurf visitan las playas de Taghazout durante todo el año para surfear en Anchor Point o “Punta del Ancla”, el punto más privilegiado para la práctica de estos deportes en Marruecos.
Pero para los turistas no deportivos, este pueblo ofrece otras actividades igual de atractivas: deambular por sus calles teñidas de un ambiente bohemio y multicultural o pasear en camello o caballo por los alrededores del Alto Atlas colindantes a la ciudad.
Partiendo de Ouarzazate, en el alto valle del Draa a 30 km., rumbo hacia Agadir y en dirección Marrakech por la N- 10. Esta ruta tan frecuentada por los turistas atraviesa el Anti Atlas, una pequeña cadena montañosa de la cordillera del Atlas de Marruecos. Durante el recorrido se hace parada en varios puntos de interés turístico.
El primero de ellos es Anezal, un pequeño pueblo donde se encuentran varias cooperativas de tejido de asombrosas alfombras marroquíes. Además, este pueblo es la puerta de entrada a la ruta del macizo del Siroua, una cima sagrada donde se rinden tributos tras cada estación agrícola.
La siguiente parada es Tazenakht, donde encontraremos el oasis de Allogoum y su kashba (castillo) y el pequeño pueblo Foum Zguid, junto al Jebel Bani, la considerada puerta del desierto del Sahara. Tazenakht también es un importante centro de producción de alfombras bereberes, cuyos talleres se pueden visitar para conocer de cerca las labores del tinte de los tejidos. Además, por sus calles se encuentran multitud de bazares que ofrecen su venta a los turistas.
Siguiendo la ruta nos encontramos con Taliouine, el centro de producción de azafrán y orégano más importante de Marruecos. También es famoso por su artesanía en piedra y su miel.
La última parada de la ruta por el Anti Atlas será Aoulouz, un importante zoco marroquí y punto de partida de los caminos que llevan al antiguo volcán Jebel Siroua, de 3304 metros de altitud.
¿Te imaginas revivir escenas de películas tan importantes como Gladiator, Prince of Persia, Babel o Lawrence de Arabia? Este pequeño pueblo hecho de arcilla y piedra ha sido el escenario cinematográfico más importante de Marruecos. Pero quizás los más fans de las series reconocerán este enclave por ser el lugar que da vida a la ciudad que Daenerys Targaryan libera en un capítulo de la famosa serie de televisión Juego de Tronos.
Las kashbas son ciudades amuralladas hechas de adobe coronadas por torres que servían de defensa. Antiguamente, fueron grandes pueblos bereberes diseñados con el único objetivo de defender las casas que había en su interior. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la Kashba de Ait Ben Haddou es una de las mejor conservadas de todo Marruecos.
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