A la hora de viajar no hay nada escrito. Desde las preferencias más clásicas, como el turismo de playa, de negocios o rural, hasta las opciones más alternativas – pero que van ganando adeptos – como el turismo gastronómico, el ecoturismo o incluso el turismo religioso. A las innumerables formas de viajar se suma ahora una categoría que va cogiendo cada vez más fuerza: el Slow Tourism o turismo lento. Pero, ¿sabes realmente qué significa esta nueva tendencia? Te ayudamos a conocer las principales claves del turismo más consciente y te damos algunas pistas para empezar a practicarlo.
A la hora de viajar no hay nada escrito. Desde las preferencias más clásicas, como el turismo de playa, de negocios o rural, hasta las opciones más alternativas – pero que van ganando adeptos – como el turismo gastronómico, el ecoturismo o incluso el turismo religioso.
A las innumerables formas de viajar se suma ahora una categoría que va cogiendo cada vez más fuerza: el Slow Tourism o turismo lento. Pero, ¿sabes realmente qué significa esta nueva tendencia? Te ayudamos a conocer las principales claves del turismo más consciente y te damos algunas pistas para empezar a practicarlo.
El «Slow Movement» (o movimiento lento) es una tendencia que nace en la década de los 80 con una premisa fundamental: llevar una vida plena, sin prisas y «desacelerada» en contraposición al ritmo precipitado que suele prevalecer en la mayoría de los países desarrollados. Una filosofía que busca recuperar el placer de vivir lentamente y que aboga por disfrutar de la riqueza, la diversidad y, cómo no, de los pequeños placeres que nos regala la vida. ¿Algunas pistas para lograrlo? Vivir la vida y cada experiencia de una forma pausada, ser selectivos con nuestras actuaciones y experiencias, e invertir nuestro tiempo con plena conciencia.
Unos postulados que han calado en muchas facetas de nuestra vida y que han dado lugar a movimientos como el Slow Food, el Slow Travel o las Slow Cities (¡entre muchos otros!). Todos ellos con una base común: hacer un uso sosegado y racional del tiempo y disfrutar de cualquier experiencia gastronómica o viaje, según el caso, con calma. Porque en el movimiento slow lo que no caben son las prisas.
Cittaslow es un movimiento que nace en Italia en 1999 para «trasladar» la filosofía slow a pequeños municipios. Las localidades y ciudades que cuentan con este distintivo ofrecen al habitante y al visitante una calidad de vida que se traduce en la abundancia de zonas peatonales y zonas verdes, el cuidado de la gastronomía y la cultura autóctona, así como en el esfuerzo por mantener un ambiente tranquilo y cálido, lo más libre posible de ruido y contaminación.
Para que un municipio esté catalogado como «slow city» debe contar con menos de 50.000 habitantes, no ser capital y tener el casco antiguo cerrado al tráfico (además de otros requisitos de carácter legislativo, medioambiental y turístico).
Aunque la primera ciudad lenta fue la italiana Bra, en el año 2003 ya existían en Europa 30 ciudades con este distintivo. En España, los municipios adheridos al movimiento Cittaslow-Red de Municipios por la calidad de vida son 8 en la actualidad: Balmaseda, Begues, Begur, Lekeitio, Morella, Mungia, Pals y Rubielos de Mora.
Lugares en los que aparcar las prisas y disfrutar de cada minuto y cada rincón de la localidad, su cultura local y sus señas de identidad. ¿Te animas a probar?
Y tú, ¿conoces el Slow Tourism? Cuéntanos tus experiencias más «lentas» y comparte con nosotros tus destinos favoritos…
Turismo lento: otra forma de viajar
Destierra las prisas y atrévete a sacar de tu maleta la típica guía con todo lo que debes hacer al llegar a tu destino. El objetivo del Slow Tourism (o del turismo lento) no es hacer una visita «exprés» de la ciudad o marcarte unas metas cuadriculadas para el viaje. Si de verdad quieres disfrutar de esta tendencia debes lanzarte a la conquista de nuevos propósitos: descubrir cualquier lugar y conocerlo en profundidad, disfrutarlo en toda su inmensidad y, por qué no, integrarte en su cultura y/o tradiciones. Y, por supuesto, atreverte a improvisar…
¿Algunas claves para conseguirlo?
Y para alojarte busca establecimientos rurales, con encanto o familiares. Te permitirán disfrutar del entorno, de su amable y cuidada atención, de su auténtica gastronomía y, casi con total seguridad, de un trato mucho más cercano y familiar.
Así que, ya lo sabes: improvisa, deja de lado la guía turística e incluso olvida, aunque sea por un rato, la cámara de fotos. Porque viajar sin prisas y disfrutar plenamente de tu destino será la mejor forma de atesorar buenos recuerdos.